Mundo Salud

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lunes, agosto 05, 2013

Las cesáreas demoran más en mujeres con obesidad

"Más tiempo no significa necesariamente algo malo sino que el médico toma más precauciones para no dañar los tejidos de la mujer". Pero si surge una complicación con el bebé y hay que acelerar el parto, el retraso en la cesárea podría generar más problemas", dijo la autora principal de un nuevo estudio.
La anestesia que se utiliza durante el procedimiento puede alterar la presión arterial y su disminución durante el parto puede reducir peligrosamente los latidos del bebé.

El equipo de investigadores revisó las historias clínicas de las cesáreas realizadas en un hospital entre 2004 y 2008, y dividió a más de 2000 mujeres en 4 grupos según el índice de masa corporal (IMC).

El Centro de Control de Enfermedades de los EEUU considera que un persona padece obesidad si tiene un IMC de 30 o más. Una mujer de 1.70 m tendría un IMC 30 si pesa 81.5 kg, un IMC de +40 con 109 kg y de +50 si pesa 136 o más.

La cesárea en las participantes con un IMC menor de 30 demoró 9.4 minutos (entre la incisión y el parto) comparado con 11 minutos en las mujeres con un IMC de entre 30 y 40, 13 minutos en aquellas con un IMC de entre 40 y 50 y 16 minutos en las mujeres con un IMC de 50 o más, de acuerdo a lo publicado por el equipo en el American Journal of Obstetrics and Gynecology.
"Siete minutos más entre la incisión y el parto podrían causarle complicaciones al bebé en una emergencia", señaló la autora.

A medida que el IMC materno aumentaba a partir de 40, los bebés tendían a sufrir más problemas al nacer como por ejemplo un nivel más alto de acidosis en la sangre del cordón, comparados con los hijos de madres no obesas. Y esto representa dificultades para el recién nacido.

"Después de observar muchas cesáreas como neonatóloga, sé que la obesidad complica el trabajo del cirujano y otras maniobras médicas, desde la colocación de una vía intravenosa hasta una operación", dijo la doctora Ayala Maayan-Metzger, del Centro Médico de Sheba, Tel Hashomer, Israel, que no participó del estudio.

Aunque tiene sentido pensar que la prolongación de un parto puede elevar el riesgo de que aparezcan problemas con el flujo sanguíneo fetal, un estudio de Metzger sobre el tiempo entre la incisión y el parto no halló relación alguna con la salud infantil.

La presente investigación incluyó cesáreas de emergencia, en las que el tiempo es fundamental.

La investigadora principal aconsejó orientar a las mujeres para que tengan un peso saludable antes del embarazo y que no engorden más de lo recomendado durante la gestación. Para el Instituto de Medicina de EEUU, eso es entre 11 y 15 kg para las mujeres con peso normal y entre 5 y 9 kg para aquellas con sobrepeso.
Los médicos deberían optimizar la atención de las mujeres con obesidad con otras técnicas quirúrgicas diseñadas para cada necesidad.

Fuente: Reuters.

La enfermedad arterial periférica crece en todo el mundo

La cantidad de personas con enfermedad arterial periférica (EAP), una afección debilitante que puede conducir al ataque cardiaco o al accidente cerebrovascular (ACV), aumentó casi un 24% durante los últimos 10 años, pasando de 164 millones a 202 millones en todo el mundo.

Un nuevo análisis desde 2000 hasta 2010 descubrió que aunque las tasas de EAP están creciendo, el 70% (140 millones) de los que la padecen viven en países de ingresos bajos o medios, principalmente en el sureste de Asia (54 millones) y las regiones del oeste del Pacífico (46 millones).

La causa de dicha afección radica en la formación de la placa de ateroma en el interior de las arterias que llevan la sangre a las extremidades, limitando en gran medida la capacidad de caminar.

El análisis de los estudios publicados también reveló que el número de personas que la padecían se fue incrementando en casi un 29% en los países de bajos ingresos y un 13% en los de ingresos altos, sobre todo en Europa donde se produjeron 40.5 millones de casos en 2010.

La mayor esperanza de vida y los cambios en el estilo de vida parecen estar impulsándolo. Se produjo un aumento de más del 35% en las personas mayores de 80 años, en la actualidad afecta a 1 de cada 10 personas de 70 años y a 1 de cada 6 mayores de 80.

La tasa de enfermedad es mayor en hombres de países de ingresos altos y podría ser más común en mujeres (sobre todo en las más jóvenes) que en hombres de países de ingresos bajos y medios, según los hallazgos publicados el 31 de julio en la revista The Lancet.

Muchos de los factores de riesgo principales (tabaquismo, diabetes, hipertensión arterial y colesterol alto) son los mismos que los de las enfermedades cardiovasculares y pueden evitarse y tratarse.

"A pesar de la cantidad alarmante de casos y las implicaciones que tiene en el riesgo cardiovascular (las personas con EAP tienen aproximadamente un riesgo 3 veces mayor de ataque cardiaco y ACV), se le ha prestado poca atención a esta enfermedad", afirmó en un comunicado de prensa de la revista el autor del estudio, Gerry Fowkes, de la Universidad de Edimburgo, en Escocia. "Nuestros hallazgos son una llamada a la acción".

Fowkes comentó que la afección se ha vuelto un problema global y que no se la puede seguir considerando una enfermedad que afecta principalmente a los países con ingresos altos. Conforme envejece la población, la EAP se volverá incluso más prevalente y por lo tanto hay una "necesidad urgente" de evaluar las estrategias de prevención y tratamiento en todo el mundo.

El análisis probablemente subestima la cantidad de personas a nivel mundial que sufre la enfermedad, escribieron Alan Hirsch y Sue Duval, de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Minnesota, EEUU, en un editorial que acompaña la revista.

"El progreso futuro de la mejora de la salud requerirá un plan estratégico global para la EAP", escribieron. "Cuando una enfermedad afecta a más 200 millones de personas, ha llegado el momento de tomar medidas".
Acorde a estadísticas del Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de EEUU, uno de cada 20 norteamericanos mayores de 50 años la padece.




Fuente: Medlineplus.

La inactividad podría conducir a la discapacidad

Las personas mayores que no hacen mucho ejercicio, fuman y/o consumen pocas frutas y verduras tienen un mayor riesgo de padecer alguna discapacidad, según un nuevo estudio.

Y cuanto más malsano sea su estilo de vida mayores las probabilidades de padecer problemas que les impidan realizar las tareas cotidianas requeridas para vivir de forma independiente.

El estudio contó con casi 4000 personas de más de 65 años de edad en Dijon, Francia, a las cuales les hicieron una entrevista en relación al estilo de vida que llevaban (si fumaban o no, la alimentación, la actividad física y el consumo de alcohol) y les realizaron un seguimiento durante 12 años.
A lo largo del mismo, el 31% de los participantes desarrolló una discapacidad y esto se daba en el grupo de mayor edad, mayormente en el sexo femenino y de bajo nivel educativo; el cual presentaba un peor perfil de salud.

Las personas con poca o mediana actividad física tenían un riesgo 72% más alto de sufrir alguna discapacidad, independientemente de otros hábitos poco saludables. El riesgo fue un 26% más alto para los que fumaban en el momento del estudio y para los que habían abandonado el cigarrillo recientemente, y de un 24% para los que ingerían frutas y verduras menos de una vez al día. Estos grupos tenían el doble de probabilidad de desarrollar una discapacidad. No hubo asociación entre el consumo del alcohol y el riesgo.
Para determinar el grado de discapacidad, los investigadores examinaron qué tan bien los participantes podían usar el teléfono, gestionar su dinero y sus medicamentos, caminar, subir las escaleras, hacer tareas domésticas, comprar, usar el transporte privado o público y realizar funciones de cuidado personal como bañarse o vestirse.

Aproximadamente el 30% de los casos de asociación entre las conductas no saludables y la discapacidad  podían explicarse por los siguientes factores: índice de masa corporal (medida de la grasa corporal basada en la estatura y el peso) más alto, deterioro mental, depresión, enfermedades crónicas y cardiovasculares.

El autor del estudio, Alexis Elbaz, del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia, y sus colaboradores afirmaron que los hallazgos muestran que "un estilo de vida poco sano (caracterizado por el sedentarismo, los malos hábitos alimentarios y el tabaquismo) se relaciona con un peligro mayor de discapacidad. Lo bueno es que las conductas se pueden cambiar", afirmaron.


Fuente: Medlineplus.