Mundo Salud

Este es un espacio de noticias y consejos relacionados con la nutrición, la salud y el estilo de vida, para estar al tanto de los avances de la ciencia y practicar el auto cuidado responsable.

martes, febrero 23, 2016


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miércoles, septiembre 09, 2015

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martes, septiembre 08, 2015

Qué comer antes de correr una maratón - Lic. Viviana Viviant. Entremujer...

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¿Es bueno tomar una copa de vino todos los días? Lic. Viviana Viviant. E...

¿Es bueno comer chocolate? Lic. Viviana Viviant. Entremujeres.com (Clarín).

Estrategias para mantener el hambre bajo control. Lic. Viviana Viviant. ...

Mitos sobre los alimentos. Lic. Viviana Viviant. Entremujeres.com (Clarín)

Beneficios del consumo de lácteos. Lic. Viviana Viviant. Entremujeres.co...

miércoles, julio 30, 2014

¿El ejercicio intenso antes de dormir mejora el sueño?

NUEVA YORK (Reuters Health) - Los adultos jóvenes que hacen ejercicio intenso antes de dormir descansan mejor que los que ejercitan más suavemente al final del día, según revela un estudio sobre los patrones de sueño de una sola noche que cuestiona el consejo habitual de evitar la actividad física nocturna excesiva.

"El estudio permite comprender mejor si hay que desalentar (o no) la actividad física al final del día", asegura el equipo de Serge Brand, de la Universidad de Basilea, en Suiza.

"Los resultados también tienen una aplicación práctica porque, para la mayoría de los adultos y los padres que trabajan, la noche es la única oportunidad para hacer ejercicio", añadió.

Los autores evaluaron a 52 estudiantes secundarios de Suiza que tenían 19 años y practicaban deporte dos o tres veces por semana.

Los participantes siguieron la rutina normal el día que duró el estudio, incluidos los 65-90 minutos de práctica deportiva en horario nocturno, una hora y media antes del horario habitual de irse a dormir.

Antes de acostarse, los estudiantes calificaron su estado anímico y el hambre que sentían y respondieron un cuestionario para evaluar la intensidad del ejercicio. Esa noche, durmieron con un dispositivo para registrar los patrones de sueño (EEG del sueño).

El equipo observó que los participantes que más desgaste habían tenido durante el ejercicio se durmieron más rápido, tuvieron menos despertares nocturnos, y lograron un sueño más profundo que los que habían ejercitado con menos intensidad.

El ejercicio de alta intensidad también provocó más cansancio, mejor ánimo, y menos hambre durante la noche. Lo mismo surgió de las respuestas de los participantes al despertar, según publica la revista Sleep Medicine.

Los resultados contradicen a un estudio reciente en el que los participantes que habían ejercitado de noche dormían tan bien como los que no habían hecho actividad física.

La doctora Phyllis Zee, de la Escuela Feinberg de Medicina de la Northwestern University, en Chicago, opinó que los nuevos datos son "interesantes".

"Como dicen (los autores), otros estudios habían demostrado que hacer ejercicio antes de dormir, quizás no tan cerca de acostarse como en este estudio, no afecta el sueño", dijo Zee.

"Uno de los motivos por los que se logra un sueño más profundo después de ejercitar más intensamente es que el sueño ayuda al equilibrio y el metabolismo de la energía. Y, por lo tanto, lo que se hizo es aumentar la demanda metabólica de sueño", añadió.

Zee señaló algunas limitaciones del estudio que también reconocieron los autores. Por ejemplo, que sólo participaron adultos jóvenes y saludables, por lo que los resultados no se pueden extrapolar a otros sectores.

"Es un grupo muy específico", dijo Zee, que comentó también que los resultados podrían variar más allá de una sola noche.

"Si una persona ejercita todas las noches, probablemente retrase un poco el horario de sueño", indicó.

De todos modos, sostuvo que es mejor hacer ejercicio de noche que no hacerlo, en especial quienes no tengan problemas para dormir.

En tanto, "las personas a las que les cuesta conciliar el sueño no deberían hacer actividad física tan cerca del horario de acostarse", finalizó.

Fuente: Sleep Medicine.

Los hábitos saludables reducen el riesgo de ACV

NUEVA YORK (Reuters Health) - Un estudio prueba que en las personas con un peso saludable, que hacen ejercicio, comen bien y no fuman ni beben alcohol en exceso, disminuye el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular (ACV).

Los autores utilizaron un modelo con datos de casi 24.000 personas para determinar cómo el estilo de vida saludable modificaría el riesgo de tener un primer ACV.

"Nuestro análisis combinado de factores de riesgo reveló que el 38% de los ACV primarios podrían haberse evitado en nuestra población, si todos los participantes hubiesen conservado el perfil de riesgo más saludable", escribe el equipo de Kaja Tikk, del Centro Alemán de Oncología, Heidelberg.

Ese perfil incluía no fumar, mantener el peso y la circunferencia de cintura óptimos, hacer ejercicio, beber alcohol con moderación y comer sano. Los Centros de Control de Enfermedades de EEUU estiman que, cada año, 800.000 norteamericanos sufren un ACV.

El equipo analizó los datos de un estudio europeo que había comenzado en 1994, en el cual los 23.927 participantes respondieron sobre su salud y estilo de vida. Se llevó a cabo un seguimiento durante 13 años y 551 tuvieron un primer ACV.

Un estilo de vida saludable reduciría los ACV de 153 a 94 por cada 100.000 mujeres de entre 60 y 65 años, y de 261 a 161 por cada 100.000 hombres en el mismo período.

No todos los factores de riesgo parecían tener el mismo efecto preventivo en el modelo de los autores. Los dos más importantes fueron el tabaquismo y el sobrepeso. "Ser exfumador no estuvo asociado con el riesgo de tener un ACV, lo que demuestra que la cesación tabáquica es una medida de prevención efectiva", publica el equipo en Stroke.

Beber en exceso estuvo relacionado con un aumento del riesgo en los hombres, pero no necesariamente en las mujeres. Y, a diferencia de estudios previos, el equipo no halló que beber poco brindara alguna protección.

Los resultados no prueban que ciertos factores del estado de salud y el estilo de vida eleven el riesgo de tener un ACV, sino que sólo demuestran que son comunes en la población con esos hábitos y esas características.

El doctor Daniel Labovitz consideró que, aun así, es un estudio sólido porque los autores pudieron estudiar varios factores de riesgo a la vez.

Fuente: Stroke.

Beber con moderación beneficiaría al corazón

NUEVA YORK (Reuters Health) - Dos estudios publicados en junio, uno que cubre a 52 países y otro a Escandinavia, asocian el consumo moderado de alcohol con una reducción del riesgo de infarto o una falla potencialmente fatal en una arteria coronaria.

Los efectos protectores del hábito de beber con moderación no son universales en Asia. Y no está claro si todos los tipos de alcohol aportan los mismos beneficios: ambos estudios instan a seguir investigándolo.

También hallaron que los riesgos de daño aumentaban cuando el consumo pasaba de moderado a alto.

"Ahora, contamos con evidencia sólida de que el alcohol, cuando se consume todos los días y en poca cantidad (hasta una copa las mujeres y dos los hombres), protege de la enfermedad cardiovascular, mientras que el consumo regular de entre cuatro y cinco copas por día y un exceso episódico tiene el efecto opuesto", escriben en un editorial de la revista Circulation los doctores Stefan Kiechl y Johann Willeit, neurólogos de la Universidad Médica de Insbruck, Austria.

Uno de los trabajos se ocupó del consumo de alcohol y el riesgo de desarrollar un aneurisma de la aorta abdominal (AAA), una dilatación de la principal arteria cardíaca que transporta la sangre al tórax y las piernas.

Los hombres, en especial los mayores de 60 años, son los más propensos a padecer la enfermedad. El tabaquismo y la hipertensión arterial potencian ese riesgo, y la ruptura del aneurisma puede ser fatal.

El infarto, que cada año sufren unos 1,5 millones de norteamericanos, comparte varios factores de riesgo con el AAA y también puede ser fatal.

Para el estudio sobre el infarto, sus autores utilizaron información de 52 países para comparar 12.000 casos de un primer infarto con 15.500 casos similares, pero de otras enfermedades. Personal entrenado entrevistó a ambos grupos para conocer el nivel de consumo de alcohol.

A diferencia de la abstinencia total, beber alcohol estaba asociado con un riesgo 13% menor de tener un infarto en casi todos los países, excepto en el sur de Asia (India, Sri Lanka, Pakistán y Bangladesh). En otras regiones, ese efecto protector se desvanecía cuando el consumo del alcohol superaba las cuatro copas diarias.

Haber bebido seis o más copas en las últimas 24 horas estuvo asociado con un riesgo 40% mayor de tener un infarto, en especial a partir de los 65 años.

En el estudio sobre el AAA, se combinaron dos conjuntos de datos de Suecia sobre 70.000 hombres y mujeres mayores de 45 años, durante el período 1998-2011.

El nivel de ingesta de alcohol se obtuvo a través de cuestionarios de frecuencia de consumo y la incidencia del AAA se calculó con una referencia cruzada de los datos de los Registros de Salud suecos. En 14 años, se les detectó un AAA a 1.020 hombres y 194 mujeres.

Beber entre cuatro y seis copas de alcohol por semana estuvo asociado con un riesgo 20% menor de desarrollar un AAA en los hombres y 44% en las mujeres, comparado con el consumo de menos de una o dos copas por semana.

El riesgo siguió disminuyendo hasta el límite de 10 copas por semana en los hombres y cinco copas en las mujeres. Entre las bebidas, la cerveza y el vino estuvieron en particular asociados con una reducción del riesgo.

En las personas sin enfermedad cardiovascular, beber alcohol con moderación no estuvo asociado con alguna variación del riesgo de desarrollar un AAA.

Fuente: Circulation.

Osteoartritis con sobrepeso provoca más dolor

NUEVA YORK (Reuters Health) - Las personas con sobrepeso u obesidad que padecen artritis de rodilla, sentirían más dolor que aquellos más delgados con la misma enfermedad articular crónica, según sugiere un nuevo estudio.
Las personas con un mismo nivel de daño articular por la artritis sienten más dolor, si tienen un índice de masa corporal (IMC) elevado.

"Mi principal innovación fue asociar el IMC, la gravedad de la osteoartritis (OA) y el dolor para tratar de conocer qué causa el dolor", resumió Elizabeth Weiss, antropóloga de la San Jose State University, en California.
"No importa dónde y cuándo existió una población: la OA habría sido tan común en nuestros antepasados como lo es actualmente".
 

Aparece cuando el cartílago protector de las articulaciones de las manos, el cuello, las rodillas y la cadera, empieza a desgastarse. Los huesos se rozan y esto genera dolor al caminar o realizar otras actividades.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) estiman que el 14% de los norteamericanos mayores de 25 años padecen alguna forma de osteoartritis.

Weiss estudió a la población moderna porque quería conocer si la artritis habría causado el mismo nivel de dolor en poblaciones antiguas, que eran menos propensas a tener sobrepeso u obesidad que las personas en la actualidad.

Para eso, revisó las historias clínicas de casi 5.000 personas de entre 45 y 79 años, que participaron del estudio conocido como Iniciativa de la Osteoartritis que los Institutos Nacionales de Salud realizaron durante 4 años.

En la cohorte, 1.390 participantes tenían OA de rodilla, 3.284 no estaban en riesgo de desarrollarla y 122 no tenían OA ni factores de riesgo asociados.

La autora analizó las radiografías para determinar la gravedad de la artritis y obtuvo el IMC y los niveles de dolor al realizar las actividades cotidianas a través de las historias clínicas. Halló que los pacientes con un IMC elevado sentían más dolor, aún tras considerar la gravedad del daño articular.

En cada categoría de gravedad de la enfermedad, el dolor era significativamente más alto en los obesos que en los con peso normal. En los pacientes con sobrepeso, el nivel de dolor aparecía entre los otros dos grupos.

El sobrepeso intensifica la presión sobre las articulaciones de la rodilla. Sin la cantidad normal de cartílago protector, el movimiento es cada vez más doloroso, comenta Weiss en su estudio. Ciertas hormonas asociadas con la obesidad también influirían en la gravedad de la artritis de rodilla y el dolor.

Aunque la OA es una enfermedad progresiva con efectos irreversibles, adelgazar alivia el dolor que provoca, según publica Weiss en la revista Rheumatology.

Otros tratamientos comunes de la OA son la fisioterapia, los analgésicos y los antiinflamatorios.

Fuente: Rheumatology.

sábado, enero 11, 2014

Las rutinas diarias influyen en la cantidad y calidad del sueño

NUEVA YORK - En un nuevo estudio, los adultos jóvenes que fueron a trabajar y cenaron todos los días a la misma hora durmieron mejor, tuvieron menos despertares nocturnos y se quedaron dormidos más rápido.

Aun así, el horario exacto de esas actividades (cenar a las 18 en lugar de las 20, por ejemplo) casi no influyó en la calidad del descanso.

"Observamos que realizar las actividades en el mismo horario todos los días predecía mejor la evolución del sueño que el horario en el que se realizaban", explicó la autora principal, Natalie Dautovich, psicóloga de la Universidad de Alabama, Tuscaloosa, sobre los resultados publicados en el Journal of Gerontology: Series B.

No obstante, en los adultos mayores un patrón irregular de horarios a veces se asociaba con un mejor dormir. Por ejemplo, los que no cenaban  siempre a la misma hora, tendían a dormir más durante la noche, y los que empezaban las actividades hogareñas o el trabajo a horarios distintos se quedaban dormidos más rápido que el resto.

La investigación incluyó a 50 jóvenes, de entre 18 y 30 años, y a 50 adultos, de entre 60 y 95 años. Durante 2 semanas, todos registraron el horario de las actividades cotidianas y la calidad del descanso nocturno.

Para los autores, el estudio no abre camino a una nueva recomendación o un tratamiento, sino que plantea preguntas para nuevos trabajos. Esas preguntas son: si los adultos mayores con horarios diarios más variados son más saludables y activos socialmente o si esa variación horaria cotidiana aporta la actividad y la estimulación que garantiza una mejor calidad del sueño, según planteó Dautovich.

"Sabemos que dormir bien depende en parte de nuestro deseo de dormir, que está condicionado por el nivel de actividad y el alerta diurno", señaló la autora.

Por ese motivo, salir de casa durante el día sigue siendo una de las mejores maneras de maximizar las posibilidades de lograr un buen descanso nocturno. "Tener mucha actividad y aumentar el nivel de alerta durante el día potencia la necesidad de dormir de noche", dijo Dautovich.


Fuente: Reuters Health.

El hipotiroidismo no eleva el riesgo de deterioro cognitivo leve

NUEVA YORK- Según demuestra un nuevo estudio, en los adultos mayores el hipotiroidismo clínico y subclínico no eleva el riesgo de sufrir deterioro cognitivo leve.

"Estos resultados sorprenden porque existe poca evidencia (de una asociación)", dijo el doctor Ajay K. Parsaik, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Texas, en Houston.
El equipo analizó los datos del Proyecto Epidemiológico de Rochester (Condado de Olmsted, Minnesota) para determinar dicha relación.

La investigación consistió en estudiar a 1904 hombres y mujeres de entre 70 y 89 años, incluidos 316 con deterioro cognitivo leve, y el resto presentaba una función cognitiva normal.

En la revista JAMA Neurology, el equipo publica que el 83.7% de los participantes tenía una función tiroidea normal y el 16.3% padecía deterioro cognitivo leve. La tasa de este tipo de trastornos en los grupos con hipotiroidismo subclínico y clínico eran similares (17.7 y 17.2%, respectivamente).

El 96.5% de los pacientes con hipotiroidismo clínico se encontraba bajo una terapia de reemplazo tiroideo, no así el grupo con hipotiroidismo subclínico.

Tras considerar la influencia de la edad, el sexo y el nivel educativo, los autores no detectaron una asociación significativa entre ambas formas y el deterioro cognitivo leve. Tampoco la hallaron cuando analizaron la Apo E4 (principal factor de riesgo genético de Alzheimer), la depresión, la diabetes, la hipertensión arterial, el accidente cerebro vascular (ACV), el índice de masa corporal (IMC) y la enfermedad coronaria.

No se registraron interacciones importantes entre el hipotiroidismo y el género o la Apo E4.

En consecuencia, Parsaik consideró que los resultados deberían validarse con un estudio longitudinal de cohorte.

Sin embargo, mientras tanto, "los médicos deberían controlar que en los pacientes con hipotiroidismo clínico y subclínico no aumente el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo y, además de evaluarlos para detectar la etiología, sería conveniente que se concentren en otros desencadenantes", agregó.


Fuente: Reuters Health.

Los trastornos alimentarios en los adolescentes son un factor de riesgo de obesidad

Los adolescentes que se dan atracones o tienen miedo a engordar son más propensos a tener sobrepeso antes de abandonar esa etapa de la vida, según indica un estudio de Reino Unido.

Los autores buscaron síntomas tempranos de trastornos alimentarios en más de 7000 niños de 13 años y hallaron algunas señales que anticipaban quiénes tendrían problemas con el peso a los 15.

El Índice de masa corporal (IMC) de las niñas que se daban atracones a los 13 aumentó un 24% en 2 años, mientras que el IMC de los varones y las mujeres que a los 13 controlaban mucho lo que comían, era más bajo en ese mismo período de tiempo.

"Lo más importante es que, aún a tan corta edad, un alto porcentaje de chicos tiene síntomas preocupantes de desórdenes en la alimentación", dijo por e-mail la autora principal, doctora Nadia Micali, del Instituto de Salud Infantil del Colegio Universidad de Londres.

Con su equipo, Micali reunió datos de un ensayo clínico de Reino Unido con padres e hijos.
De las encuestas que respondieron los padres, se obtuvo información de la sintomatología de los trastornos alimentarios de 7082 adolescentes de 13 años, como de los atracones o la preocupación exagerada por el peso o la figura, y conductas como la restricción en las comidas.

También se indagó acerca de la relación entre esos síntomas y otros aspectos de la vida social, escolar, extracurricular y familiar.

El 63% de las mujeres y el 39% de los varones tenían miedo a engordar. El 11% de las niñas sentía un temor extremo a aumentar de peso o mostraba mucha preocupación por su cuerpo.

Ellas evitaban más que los varones los alimentos ricos en grasas, mientras que ellos eran más propensos a ejercitarse intensamente para adelgazar.

Aún a los 13 años, comer de más y los atracones estuvieron fuertemente asociados con efectos negativos en la vida de los niños y fueron una carga para la familia, según publican en el Journal of Adolescent Health.

Ambos trastornos estuvieron especialmente vinculados con la aparición de problemas emocionales y conductuales en ambos sexos, aunque la restricción alimentaria afectó más la salud mental de los varones.

Para Kathleen Merikangas, jefa de Epidemiología Genética del Instituto Nacional de Salud Mental, los resultados sugieren que "la ausencia de patrones alimentarios estables podría ser un blanco para intervenir y prevenir la obesidad".
El mensaje para los padres es claro: los desórdenes de la alimentación durante la adolescencia son un factor de riesgo de obesidad futura, por lo tanto, es importante que éstos conozcan si sus hijos tienen una imagen corporal saludable o distorsionada.


Fuente: Reuters.

La actividad física reduce la resistencia a la insulina

NUEVA YORK- Los autores de un análisis concluyen que el ejercicio reduce de manera leve pero significativa la resistencia a la insulina en los niños y adolescentes.

En la revista Pediatrics, el equipo de Michael V. Fedewa de la Universidad de Atenas en Georgia, EEUU, publica que la actividad física mejora 11.4 U/mL los valores de insulina en ayunas y 2.0 puntos la sensibilidad insulínica por el modelo HOMA en niños obesos.

El análisis reveló que el tipo de ejercicio no influye en los resultados.

Los autores señalan que no existían estudios similares en la población juvenil, y aseguran que es un problema especialmente importante debido al aumento de la diabetes tipo 2 en los jóvenes y la reducción de la actividad física con el aumento de la adiposidad corporal de la pubertad.

El equipo analizó 32 efectos del ejercicio identificador en 24 estudios sobre un total de 1599 niños. La actividad física usada tendía a dividirse en 3.2 sesiones semanales de 53.4 minutos, de nivel moderado a intenso, durante 15.5 semanas.

El valor promedio de reducción de la insulina en ayunas fue de 0.54 y el de resistencia a la insulina, de 0.31 para todos los géneros, edades, etnias y etapa puberal, aunque el efecto fue más significativo en los niños con mayor índice de masa corporal (IMC). El IMC explicó el 44% de la variación de los efectos en la insulina en ayunas y el 43% de la variación de la resistencia a la insulina.

"Realmente, no hallamos diferencias entre los estudios en cuanto a los enfoques de entrenamiento físico -indicó Fedewa-. No identificamos que alguno fuera más beneficioso que otro."

La investigación "respalda la idea de que 60 minutos de actividad física 3 veces por semana mejora la resistencia a la insulina en los niños y adolescentes ante la falta de un tratamiento farmacológico y la restricción calórica en las comidas", aseguró la doctora SoJung Lee, de la División de Manejo del Peso Corporal y Bienestar del Hospital de Niños de Pittsburgh, y que no participó del estudio.

"Ante la ausencia de estudios bien controlados, se desconoce cuál debería ser la dosis mínima y óptima de ejercicio para reducir los factores de riesgo de la diabetes tipo 2 en este grupo poblacional", agregó.

De todos modos, Lee consideró "importante que los profesionales de la salud comprendan que solo la actividad física regular es una estrategia terapéutica efectiva para reducir la resistencia a la insulina, un precursor de la diabetes tipo 2 en los niños y los adolescentes obesos".

 Fuente: Reuters Health.

lunes, agosto 05, 2013

Las cesáreas demoran más en mujeres con obesidad

"Más tiempo no significa necesariamente algo malo sino que el médico toma más precauciones para no dañar los tejidos de la mujer". Pero si surge una complicación con el bebé y hay que acelerar el parto, el retraso en la cesárea podría generar más problemas", dijo la autora principal de un nuevo estudio.
La anestesia que se utiliza durante el procedimiento puede alterar la presión arterial y su disminución durante el parto puede reducir peligrosamente los latidos del bebé.

El equipo de investigadores revisó las historias clínicas de las cesáreas realizadas en un hospital entre 2004 y 2008, y dividió a más de 2000 mujeres en 4 grupos según el índice de masa corporal (IMC).

El Centro de Control de Enfermedades de los EEUU considera que un persona padece obesidad si tiene un IMC de 30 o más. Una mujer de 1.70 m tendría un IMC 30 si pesa 81.5 kg, un IMC de +40 con 109 kg y de +50 si pesa 136 o más.

La cesárea en las participantes con un IMC menor de 30 demoró 9.4 minutos (entre la incisión y el parto) comparado con 11 minutos en las mujeres con un IMC de entre 30 y 40, 13 minutos en aquellas con un IMC de entre 40 y 50 y 16 minutos en las mujeres con un IMC de 50 o más, de acuerdo a lo publicado por el equipo en el American Journal of Obstetrics and Gynecology.
"Siete minutos más entre la incisión y el parto podrían causarle complicaciones al bebé en una emergencia", señaló la autora.

A medida que el IMC materno aumentaba a partir de 40, los bebés tendían a sufrir más problemas al nacer como por ejemplo un nivel más alto de acidosis en la sangre del cordón, comparados con los hijos de madres no obesas. Y esto representa dificultades para el recién nacido.

"Después de observar muchas cesáreas como neonatóloga, sé que la obesidad complica el trabajo del cirujano y otras maniobras médicas, desde la colocación de una vía intravenosa hasta una operación", dijo la doctora Ayala Maayan-Metzger, del Centro Médico de Sheba, Tel Hashomer, Israel, que no participó del estudio.

Aunque tiene sentido pensar que la prolongación de un parto puede elevar el riesgo de que aparezcan problemas con el flujo sanguíneo fetal, un estudio de Metzger sobre el tiempo entre la incisión y el parto no halló relación alguna con la salud infantil.

La presente investigación incluyó cesáreas de emergencia, en las que el tiempo es fundamental.

La investigadora principal aconsejó orientar a las mujeres para que tengan un peso saludable antes del embarazo y que no engorden más de lo recomendado durante la gestación. Para el Instituto de Medicina de EEUU, eso es entre 11 y 15 kg para las mujeres con peso normal y entre 5 y 9 kg para aquellas con sobrepeso.
Los médicos deberían optimizar la atención de las mujeres con obesidad con otras técnicas quirúrgicas diseñadas para cada necesidad.

Fuente: Reuters.

La enfermedad arterial periférica crece en todo el mundo

La cantidad de personas con enfermedad arterial periférica (EAP), una afección debilitante que puede conducir al ataque cardiaco o al accidente cerebrovascular (ACV), aumentó casi un 24% durante los últimos 10 años, pasando de 164 millones a 202 millones en todo el mundo.

Un nuevo análisis desde 2000 hasta 2010 descubrió que aunque las tasas de EAP están creciendo, el 70% (140 millones) de los que la padecen viven en países de ingresos bajos o medios, principalmente en el sureste de Asia (54 millones) y las regiones del oeste del Pacífico (46 millones).

La causa de dicha afección radica en la formación de la placa de ateroma en el interior de las arterias que llevan la sangre a las extremidades, limitando en gran medida la capacidad de caminar.

El análisis de los estudios publicados también reveló que el número de personas que la padecían se fue incrementando en casi un 29% en los países de bajos ingresos y un 13% en los de ingresos altos, sobre todo en Europa donde se produjeron 40.5 millones de casos en 2010.

La mayor esperanza de vida y los cambios en el estilo de vida parecen estar impulsándolo. Se produjo un aumento de más del 35% en las personas mayores de 80 años, en la actualidad afecta a 1 de cada 10 personas de 70 años y a 1 de cada 6 mayores de 80.

La tasa de enfermedad es mayor en hombres de países de ingresos altos y podría ser más común en mujeres (sobre todo en las más jóvenes) que en hombres de países de ingresos bajos y medios, según los hallazgos publicados el 31 de julio en la revista The Lancet.

Muchos de los factores de riesgo principales (tabaquismo, diabetes, hipertensión arterial y colesterol alto) son los mismos que los de las enfermedades cardiovasculares y pueden evitarse y tratarse.

"A pesar de la cantidad alarmante de casos y las implicaciones que tiene en el riesgo cardiovascular (las personas con EAP tienen aproximadamente un riesgo 3 veces mayor de ataque cardiaco y ACV), se le ha prestado poca atención a esta enfermedad", afirmó en un comunicado de prensa de la revista el autor del estudio, Gerry Fowkes, de la Universidad de Edimburgo, en Escocia. "Nuestros hallazgos son una llamada a la acción".

Fowkes comentó que la afección se ha vuelto un problema global y que no se la puede seguir considerando una enfermedad que afecta principalmente a los países con ingresos altos. Conforme envejece la población, la EAP se volverá incluso más prevalente y por lo tanto hay una "necesidad urgente" de evaluar las estrategias de prevención y tratamiento en todo el mundo.

El análisis probablemente subestima la cantidad de personas a nivel mundial que sufre la enfermedad, escribieron Alan Hirsch y Sue Duval, de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Minnesota, EEUU, en un editorial que acompaña la revista.

"El progreso futuro de la mejora de la salud requerirá un plan estratégico global para la EAP", escribieron. "Cuando una enfermedad afecta a más 200 millones de personas, ha llegado el momento de tomar medidas".
Acorde a estadísticas del Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de EEUU, uno de cada 20 norteamericanos mayores de 50 años la padece.




Fuente: Medlineplus.

La inactividad podría conducir a la discapacidad

Las personas mayores que no hacen mucho ejercicio, fuman y/o consumen pocas frutas y verduras tienen un mayor riesgo de padecer alguna discapacidad, según un nuevo estudio.

Y cuanto más malsano sea su estilo de vida mayores las probabilidades de padecer problemas que les impidan realizar las tareas cotidianas requeridas para vivir de forma independiente.

El estudio contó con casi 4000 personas de más de 65 años de edad en Dijon, Francia, a las cuales les hicieron una entrevista en relación al estilo de vida que llevaban (si fumaban o no, la alimentación, la actividad física y el consumo de alcohol) y les realizaron un seguimiento durante 12 años.
A lo largo del mismo, el 31% de los participantes desarrolló una discapacidad y esto se daba en el grupo de mayor edad, mayormente en el sexo femenino y de bajo nivel educativo; el cual presentaba un peor perfil de salud.

Las personas con poca o mediana actividad física tenían un riesgo 72% más alto de sufrir alguna discapacidad, independientemente de otros hábitos poco saludables. El riesgo fue un 26% más alto para los que fumaban en el momento del estudio y para los que habían abandonado el cigarrillo recientemente, y de un 24% para los que ingerían frutas y verduras menos de una vez al día. Estos grupos tenían el doble de probabilidad de desarrollar una discapacidad. No hubo asociación entre el consumo del alcohol y el riesgo.
Para determinar el grado de discapacidad, los investigadores examinaron qué tan bien los participantes podían usar el teléfono, gestionar su dinero y sus medicamentos, caminar, subir las escaleras, hacer tareas domésticas, comprar, usar el transporte privado o público y realizar funciones de cuidado personal como bañarse o vestirse.

Aproximadamente el 30% de los casos de asociación entre las conductas no saludables y la discapacidad  podían explicarse por los siguientes factores: índice de masa corporal (medida de la grasa corporal basada en la estatura y el peso) más alto, deterioro mental, depresión, enfermedades crónicas y cardiovasculares.

El autor del estudio, Alexis Elbaz, del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia, y sus colaboradores afirmaron que los hallazgos muestran que "un estilo de vida poco sano (caracterizado por el sedentarismo, los malos hábitos alimentarios y el tabaquismo) se relaciona con un peligro mayor de discapacidad. Lo bueno es que las conductas se pueden cambiar", afirmaron.


Fuente: Medlineplus.


miércoles, febrero 20, 2013

El mapa global de la obesidad

El número de obesos en el mundo se ha duplicado en tres décadas. Estados Unidos es el país rico con más prevalencia de esta enfermedad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo viene alertando desde hace tiempo. Cuando decidió calificar la obesidad como la pandemia del siglo XXI no fue por capricho, sino porque veía signos claros de que esta enfermedad iba en aumento. Ahora, por primera vez, un amplio estudio realizado en 199 países confirma, con cifras globales, esta tendencia al alza.
En tres décadas -entre 1980 y 2008- la prevalencia se ha duplicado en el mundo y, en la actualidad, más de una de cada 10 personas la padece. En total, 502 millones de ciudadanos en el planeta (205 millones de hombres y 297 millones de mujeres) son obesos.
Aunque existen importantes diferencias entre países, el trabajo -realizado por expertos del Imperial College de Londres (Reino Unido) y de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y publicado en la revista médica 'The Lancet'-, saca una conclusión: "La obesidad, al igual que el colesterol o la hipertensión ya no son únicamente problemas de Occidente o de las naciones ricas. Ahora, estos trastornos están presentes también en los países de medianos y bajos ingresos. Se trata de una amenaza global para la salud pública", afirma Majid Ezzati, profesor en Harvard y uno de los firmantes de la investigación.

Para calcular la obesidad en el mundo los autores utilizaron el Índice de Masa Corporal (IMC), que es la relación entre el peso y la estatura elevada al cuadrado. Las guías internacionales señalan que un valor superior a 25 indica sobrepeso y mayor de 30, obesidad. Y, como refleja el trabajo, muchos países superan la primera cifra, entre ellos España, que en 2008 tenía un IMC de 27,5 para los varones y de 26,3 para las mujeres, por encima de la media mundial, que sitúa este índice en 23,8 para ellos y 24,1 para ellas.
La situación no pinta bien para España, pero el panorama de la obesidad es aún más desolador para otros países, sobre todo, para EEUU. Entre las naciones ricas, este país tiene el mayor IMC para ambos sexos (28). Le sigue en este ranking Nueva Zelanda mientras, que en el lado opuesto, Japón es el país con menor IMC (22 para mujeres y 24 para hombres), seguido de Singapur. En cuanto a los sitios donde este indicador ha crecido más rápido, en el caso de las mujeres se encuentran EEUU y Nueva Zelanda, junto con Australia y en el caso de los hombres, el Reino Unido y Australia.

El ejemplo de Italia
En Europa, son las mujeres turcas y los varones checos quienes más sobrepeso y obesidad sufren frente a las mujeres suizas y los hombres franceses que son los más delgados. Pero el país europeo de ingresos altos que mejor está haciendo las cosas para reducir esta enfermedad es Italia, único lugar de esta zona en donde el IMC entre las mujeres ha descendido durante el período estudiado y uno de los países, junto con Suiza, donde menos ha crecido el índice entre los hombres.
En todo el mundo, el sitio de la tierra con más obesos es la República de Nauru, donde el índice de masa corporal de su población es de 33,9. En el otro extremo de la balanza están los países del África subsahariana.
Los investigadores recuerdan que "el exceso de peso es un importante factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer y se considera a la obesidad responsable de 3 millones de muertes anuales en el mundo".
Por eso, "este mapa global supone una oportunidad única para crear políticas orientadas a cada país que fomenten dietas saludables y reduzcan la ingesta de sal. Este problema de salud debe ser una de los temas principales que se traten en el próximo encuentro de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre enfermedades no transmisibles, que se celebrará en septiembre", dice el profesor Ezzati.

Otros factores de riesgo
Además de la obesidad, el estudio ha medido la evolución del colesterol y la hipertensión. Paradójicamente, la incidencia de estos problemas se ha reducido, especialmente en los países ricos, donde los fármacos como las estatinas para el colesterol han contribuido a mantenerlos a raya.
No obstante, pese a esta mejoría, el crecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida hacen que la cifra de personas que tienen hipertensión y no se controlan ha pasado de 600 millones en 1980 a casi 1000 millones en 2008. Este trastorno es mayor en los países Bálticos y del este y occidente de África. Entre las áreas ricas, Portugal, Finlandia y Noruega son los que muestran peores niveles de hipertensión. En cuanto al colesterol, Islandia, Andorra y Alemania son los que salen peor parados.
"Todos sabemos que los cambios en la alimentación y realizar ejercicio físico son medidas efectivas para bajar de peso, pero a la vista de estos resultados es evidente que necesitamos descubrir nuevas estrategias que ayuden a combatir el problema en el mundo y, por extensión, el colesterol y la hipertensión", reconoce el doctor Gretchen Stevens, de la Organización Mundial de la Salud.

Fuente: ElMundo.es.