Mundo Salud

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miércoles, julio 30, 2014

¿El ejercicio intenso antes de dormir mejora el sueño?

NUEVA YORK (Reuters Health) - Los adultos jóvenes que hacen ejercicio intenso antes de dormir descansan mejor que los que ejercitan más suavemente al final del día, según revela un estudio sobre los patrones de sueño de una sola noche que cuestiona el consejo habitual de evitar la actividad física nocturna excesiva.

"El estudio permite comprender mejor si hay que desalentar (o no) la actividad física al final del día", asegura el equipo de Serge Brand, de la Universidad de Basilea, en Suiza.

"Los resultados también tienen una aplicación práctica porque, para la mayoría de los adultos y los padres que trabajan, la noche es la única oportunidad para hacer ejercicio", añadió.

Los autores evaluaron a 52 estudiantes secundarios de Suiza que tenían 19 años y practicaban deporte dos o tres veces por semana.

Los participantes siguieron la rutina normal el día que duró el estudio, incluidos los 65-90 minutos de práctica deportiva en horario nocturno, una hora y media antes del horario habitual de irse a dormir.

Antes de acostarse, los estudiantes calificaron su estado anímico y el hambre que sentían y respondieron un cuestionario para evaluar la intensidad del ejercicio. Esa noche, durmieron con un dispositivo para registrar los patrones de sueño (EEG del sueño).

El equipo observó que los participantes que más desgaste habían tenido durante el ejercicio se durmieron más rápido, tuvieron menos despertares nocturnos, y lograron un sueño más profundo que los que habían ejercitado con menos intensidad.

El ejercicio de alta intensidad también provocó más cansancio, mejor ánimo, y menos hambre durante la noche. Lo mismo surgió de las respuestas de los participantes al despertar, según publica la revista Sleep Medicine.

Los resultados contradicen a un estudio reciente en el que los participantes que habían ejercitado de noche dormían tan bien como los que no habían hecho actividad física.

La doctora Phyllis Zee, de la Escuela Feinberg de Medicina de la Northwestern University, en Chicago, opinó que los nuevos datos son "interesantes".

"Como dicen (los autores), otros estudios habían demostrado que hacer ejercicio antes de dormir, quizás no tan cerca de acostarse como en este estudio, no afecta el sueño", dijo Zee.

"Uno de los motivos por los que se logra un sueño más profundo después de ejercitar más intensamente es que el sueño ayuda al equilibrio y el metabolismo de la energía. Y, por lo tanto, lo que se hizo es aumentar la demanda metabólica de sueño", añadió.

Zee señaló algunas limitaciones del estudio que también reconocieron los autores. Por ejemplo, que sólo participaron adultos jóvenes y saludables, por lo que los resultados no se pueden extrapolar a otros sectores.

"Es un grupo muy específico", dijo Zee, que comentó también que los resultados podrían variar más allá de una sola noche.

"Si una persona ejercita todas las noches, probablemente retrase un poco el horario de sueño", indicó.

De todos modos, sostuvo que es mejor hacer ejercicio de noche que no hacerlo, en especial quienes no tengan problemas para dormir.

En tanto, "las personas a las que les cuesta conciliar el sueño no deberían hacer actividad física tan cerca del horario de acostarse", finalizó.

Fuente: Sleep Medicine.

Los hábitos saludables reducen el riesgo de ACV

NUEVA YORK (Reuters Health) - Un estudio prueba que en las personas con un peso saludable, que hacen ejercicio, comen bien y no fuman ni beben alcohol en exceso, disminuye el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular (ACV).

Los autores utilizaron un modelo con datos de casi 24.000 personas para determinar cómo el estilo de vida saludable modificaría el riesgo de tener un primer ACV.

"Nuestro análisis combinado de factores de riesgo reveló que el 38% de los ACV primarios podrían haberse evitado en nuestra población, si todos los participantes hubiesen conservado el perfil de riesgo más saludable", escribe el equipo de Kaja Tikk, del Centro Alemán de Oncología, Heidelberg.

Ese perfil incluía no fumar, mantener el peso y la circunferencia de cintura óptimos, hacer ejercicio, beber alcohol con moderación y comer sano. Los Centros de Control de Enfermedades de EEUU estiman que, cada año, 800.000 norteamericanos sufren un ACV.

El equipo analizó los datos de un estudio europeo que había comenzado en 1994, en el cual los 23.927 participantes respondieron sobre su salud y estilo de vida. Se llevó a cabo un seguimiento durante 13 años y 551 tuvieron un primer ACV.

Un estilo de vida saludable reduciría los ACV de 153 a 94 por cada 100.000 mujeres de entre 60 y 65 años, y de 261 a 161 por cada 100.000 hombres en el mismo período.

No todos los factores de riesgo parecían tener el mismo efecto preventivo en el modelo de los autores. Los dos más importantes fueron el tabaquismo y el sobrepeso. "Ser exfumador no estuvo asociado con el riesgo de tener un ACV, lo que demuestra que la cesación tabáquica es una medida de prevención efectiva", publica el equipo en Stroke.

Beber en exceso estuvo relacionado con un aumento del riesgo en los hombres, pero no necesariamente en las mujeres. Y, a diferencia de estudios previos, el equipo no halló que beber poco brindara alguna protección.

Los resultados no prueban que ciertos factores del estado de salud y el estilo de vida eleven el riesgo de tener un ACV, sino que sólo demuestran que son comunes en la población con esos hábitos y esas características.

El doctor Daniel Labovitz consideró que, aun así, es un estudio sólido porque los autores pudieron estudiar varios factores de riesgo a la vez.

Fuente: Stroke.

Beber con moderación beneficiaría al corazón

NUEVA YORK (Reuters Health) - Dos estudios publicados en junio, uno que cubre a 52 países y otro a Escandinavia, asocian el consumo moderado de alcohol con una reducción del riesgo de infarto o una falla potencialmente fatal en una arteria coronaria.

Los efectos protectores del hábito de beber con moderación no son universales en Asia. Y no está claro si todos los tipos de alcohol aportan los mismos beneficios: ambos estudios instan a seguir investigándolo.

También hallaron que los riesgos de daño aumentaban cuando el consumo pasaba de moderado a alto.

"Ahora, contamos con evidencia sólida de que el alcohol, cuando se consume todos los días y en poca cantidad (hasta una copa las mujeres y dos los hombres), protege de la enfermedad cardiovascular, mientras que el consumo regular de entre cuatro y cinco copas por día y un exceso episódico tiene el efecto opuesto", escriben en un editorial de la revista Circulation los doctores Stefan Kiechl y Johann Willeit, neurólogos de la Universidad Médica de Insbruck, Austria.

Uno de los trabajos se ocupó del consumo de alcohol y el riesgo de desarrollar un aneurisma de la aorta abdominal (AAA), una dilatación de la principal arteria cardíaca que transporta la sangre al tórax y las piernas.

Los hombres, en especial los mayores de 60 años, son los más propensos a padecer la enfermedad. El tabaquismo y la hipertensión arterial potencian ese riesgo, y la ruptura del aneurisma puede ser fatal.

El infarto, que cada año sufren unos 1,5 millones de norteamericanos, comparte varios factores de riesgo con el AAA y también puede ser fatal.

Para el estudio sobre el infarto, sus autores utilizaron información de 52 países para comparar 12.000 casos de un primer infarto con 15.500 casos similares, pero de otras enfermedades. Personal entrenado entrevistó a ambos grupos para conocer el nivel de consumo de alcohol.

A diferencia de la abstinencia total, beber alcohol estaba asociado con un riesgo 13% menor de tener un infarto en casi todos los países, excepto en el sur de Asia (India, Sri Lanka, Pakistán y Bangladesh). En otras regiones, ese efecto protector se desvanecía cuando el consumo del alcohol superaba las cuatro copas diarias.

Haber bebido seis o más copas en las últimas 24 horas estuvo asociado con un riesgo 40% mayor de tener un infarto, en especial a partir de los 65 años.

En el estudio sobre el AAA, se combinaron dos conjuntos de datos de Suecia sobre 70.000 hombres y mujeres mayores de 45 años, durante el período 1998-2011.

El nivel de ingesta de alcohol se obtuvo a través de cuestionarios de frecuencia de consumo y la incidencia del AAA se calculó con una referencia cruzada de los datos de los Registros de Salud suecos. En 14 años, se les detectó un AAA a 1.020 hombres y 194 mujeres.

Beber entre cuatro y seis copas de alcohol por semana estuvo asociado con un riesgo 20% menor de desarrollar un AAA en los hombres y 44% en las mujeres, comparado con el consumo de menos de una o dos copas por semana.

El riesgo siguió disminuyendo hasta el límite de 10 copas por semana en los hombres y cinco copas en las mujeres. Entre las bebidas, la cerveza y el vino estuvieron en particular asociados con una reducción del riesgo.

En las personas sin enfermedad cardiovascular, beber alcohol con moderación no estuvo asociado con alguna variación del riesgo de desarrollar un AAA.

Fuente: Circulation.

Osteoartritis con sobrepeso provoca más dolor

NUEVA YORK (Reuters Health) - Las personas con sobrepeso u obesidad que padecen artritis de rodilla, sentirían más dolor que aquellos más delgados con la misma enfermedad articular crónica, según sugiere un nuevo estudio.
Las personas con un mismo nivel de daño articular por la artritis sienten más dolor, si tienen un índice de masa corporal (IMC) elevado.

"Mi principal innovación fue asociar el IMC, la gravedad de la osteoartritis (OA) y el dolor para tratar de conocer qué causa el dolor", resumió Elizabeth Weiss, antropóloga de la San Jose State University, en California.
"No importa dónde y cuándo existió una población: la OA habría sido tan común en nuestros antepasados como lo es actualmente".
 

Aparece cuando el cartílago protector de las articulaciones de las manos, el cuello, las rodillas y la cadera, empieza a desgastarse. Los huesos se rozan y esto genera dolor al caminar o realizar otras actividades.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) estiman que el 14% de los norteamericanos mayores de 25 años padecen alguna forma de osteoartritis.

Weiss estudió a la población moderna porque quería conocer si la artritis habría causado el mismo nivel de dolor en poblaciones antiguas, que eran menos propensas a tener sobrepeso u obesidad que las personas en la actualidad.

Para eso, revisó las historias clínicas de casi 5.000 personas de entre 45 y 79 años, que participaron del estudio conocido como Iniciativa de la Osteoartritis que los Institutos Nacionales de Salud realizaron durante 4 años.

En la cohorte, 1.390 participantes tenían OA de rodilla, 3.284 no estaban en riesgo de desarrollarla y 122 no tenían OA ni factores de riesgo asociados.

La autora analizó las radiografías para determinar la gravedad de la artritis y obtuvo el IMC y los niveles de dolor al realizar las actividades cotidianas a través de las historias clínicas. Halló que los pacientes con un IMC elevado sentían más dolor, aún tras considerar la gravedad del daño articular.

En cada categoría de gravedad de la enfermedad, el dolor era significativamente más alto en los obesos que en los con peso normal. En los pacientes con sobrepeso, el nivel de dolor aparecía entre los otros dos grupos.

El sobrepeso intensifica la presión sobre las articulaciones de la rodilla. Sin la cantidad normal de cartílago protector, el movimiento es cada vez más doloroso, comenta Weiss en su estudio. Ciertas hormonas asociadas con la obesidad también influirían en la gravedad de la artritis de rodilla y el dolor.

Aunque la OA es una enfermedad progresiva con efectos irreversibles, adelgazar alivia el dolor que provoca, según publica Weiss en la revista Rheumatology.

Otros tratamientos comunes de la OA son la fisioterapia, los analgésicos y los antiinflamatorios.

Fuente: Rheumatology.