Mundo Salud

Este es un espacio de noticias y consejos relacionados con la nutrición, la salud y el estilo de vida, para estar al tanto de los avances de la ciencia y practicar el auto cuidado responsable.

sábado, diciembre 04, 2010

OMS revela que cada año mueren 600.000 fumadores pasivos

LONDRES (Reuters)- En el primer estudio para evaluar el impacto mundial del llamado "tabaquismo pasivo" los expertos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) hallaron que los niños están más seriamente expuestos al humo de segunda mano que otros grupos etarios, y alrededor de 165.000 de ellos mueren anualmente por ello.

"Dos terceras partes de estas muertes ocurren en Africa y Asia", escribieron en su estudio los investigadores, dirigidos por Annette Pruss-Ustun de la OMS en Ginebra.

La exposición infantil al humo indirecto suele ocurrir en casa, y la combinación de enfermades infecciosas y el tabaco "parece ser una combinación mortal para los niños en estas regiones", indicaron los expertos.

En el comentario sobre los hallazgos publicados en la revista Lancet, Heather Wipfli y Jonathan Samet de la Universidad del Sur de California dijeron que los legisladores tienen que intentar motivar a las familias para que dejen de fumar en casa.

"En algunos países, los hogares libres de humo se han convertido en la norma, pero está lejos de ser universal", escribieron.

Los investigadores de la OMS estudiaron la información de 192 países para su estudio. Para obtener datos integrales tuvieron que retroceder hasta el 2004. Utilizaron un modelo matemático para estimar las muertes y el número de años que se pierden de buena salud.

En total, el 40% de los niños, el 33% de los hombres no fumadores y el 35% de las mujeres no fumadoras estaban expuestos al humo del tabaco en el 2004.

Se cree que esta exposición ha causado 379.000 muertes por enfermedades cardíacas, 165.000 por infecciones respiratorias de las vías bajas, 36.900 por asma y 21.400 por cáncer de pulmón.

Para obtener una idea sobre el impacto total del tabaquismo, estas muertes deberían añadirse a los estimados 5.1 millones de muertes al año que se atribuyen al consumo de tabaco, dijeron los investigadores.

Niños ante el humo

Mientras que las muertes de niños por el humo de segunda mano se centraban más en los países pobres o en vías de desarrollo, las muertes en adultos se extendían por todas las naciones de todo tipo de niveles de vida.

En los países ricos de Europa, sólo se produjeron 77 muertes infantiles mientras que hubo 35.388 muertes en adultos. Sin embargo, en los países evaluados en Africa, se calcula que 43.375 muertes por el tabaco pasivo fueron de niños frente a las 9514 en adultos.

Pruss-Ustun urgió a los países a aplicar el Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS, que incluye impuestos más altos para el tabaco, campañas de publicidad y advertencias en los paquetes de cigarrillos, entre otras medidas.

"Los legisladores deberían tener claro que introducir leyes libres de humo probablemente reduciría sustancialmente las muertes atribuidas a la exposición pasiva al humo del tabaco en el primer año de su aplicación, con la consecuente reducción de costos por enfermedad en los sistemas de salud y sociales", escribió.

Sólo el 7.4% de la población vive actualmente en jurisdicciones con leyes antitabaco y esas normas no siempre se cumplen en su totalidad.

En los lugares donde se acatan esas leyes, la investigación muestra que la exposión pasiva al tabaco en lugares de alto riesgo como bares y restaurantes se puede reducir un 90% y, en general, un 60%.

Los estudios también indican que tales leyes ayudan a reducir el número de cigarrillos que consumen los fumadores y existe un mayor nivel de éxito entre aquellos que intentan abandonar el hábito.

Fuente: Reuters Health.

Comer frutas variadas disminuye el riesgo de cáncer de pulmón

Ahora el estudio europeo EPIC (Dieta, Cáncer y Salud), realizado por investigadores de 10 países, asegura que en el cáncer de pulmón, además que la cantidad, lo que prima es la variedad en el consumo, lo que puede disminuir el riesgo hasta un 23%.

“Esta investigación profundiza en la relación entre la dieta y el cáncer de pulmón”, explica a SINC (Servicio de Información y Noticias científicas) María José Sánchez Pérez, coautora del estudio y directora del Registro de Cáncer de Granada en la Escuela Andaluza de Salud Pública.

Para la científica, “independientemente de la cantidad consumida, es importante considerar la variedad: una dieta variada reduce el riesgo de desarrollar este cáncer, sobre todo en personas fumadoras”.

Los resultados de este estudio, que se han publicado en la revista Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention, muestran que un consumo de “más de ocho subgrupos” de verduras respecto a “menos de cuatro subgrupos” disminuye este riesgo en un 23%. Además, por cada unidad de aumento de otro subgrupo de verduras, se reduce este riesgo otro 4%.

“Sólo se encontraron asociaciones significativas en las personas fumadoras”, resalta la investigadora. “Por cada dos unidades de aumento de diferentes tipos de verduras y frutas, el riesgo de cáncer de pulmón disminuye significativamente un 3%. Igualmente, al incrementar la variedad en el consumo de frutas las personas fumadoras podrían tener menos riesgo de desarrollar este cáncer”.

En el estudio prospectivo europeo participan 23 centros de 10 países europeos (Alemania, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Noruega, Reino Unido y Suecia), que trabajan con una muestra de 500.000 personas (41.000 residentes en Asturias, Granada, Guipúzcoa, Murcia y Navarra).

El cáncer de pulmón continúa siendo uno de los cánceres más frecuentes en los países desarrollados. Por ello, a pesar de los resultados alentadores del estudio, Sánchez Pérez concluye que “la prevención más efectiva sigue siendo reducir la prevalencia del consumo de tabaco en la población”.

El efecto por tipo de tejido cancerígeno

Una mayor variedad en la ingesta de frutas y verduras se asocia con un menor riesgo de desarrollar carcinoma epidermoide de pulmón, donde dos unidades de aumento del consumo se asocian con una reducción del 9% del riesgo. Este efecto es más potente en personas fumadoras (el riesgo se reduce en un 12%).

Para el resto de tejidos afectados (adenocarcinoma, carcinoma de células pequeñas y grandes) no se encontraron asociaciones significativas entre el consumo variado de frutas y verduras y el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón.

Fuente: SINC.

Adelgazar en el embarazo tiene sus beneficios y sus riesgos

NUEVA YORK (Reuters Health) - Las mujeres obesas que adelgazan durante el embarazo tendrían menos riesgo de sufrir ciertas complicaciones gestacionales, pero, salvo aquellas con obesidad mórbida, ese beneficio no compensaría los efectos negativos en la talla del bebé al nacer.

Un nuevo estudio se suma así a la idea bastante controvertida de que sería saludable que las embarazadas obesas mantengan su peso previo al embarazo o adelgacen aún más.

A las mujeres obesas es a las que menos se les permite engordar en el embarazo (entre 5 y 10 kilos), y tienen riesgo elevado de sufrir complicaciones como diabetes gestacional, preeclampsia (aumento súbito de la presión y de proteína en la orina), cesárea de emergencia o tener un bebé más grande de lo normal.

El equipo de Andreas Beyerlein, de la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich, en Alemania, revisó las historias clínicas de más de 700.000 mujeres que habían tenido un bebé entre el 2000 y el 2007.

Los autores las dividieron en categorías por peso previo al embarazo según el índice de masa corporal (IMC).

Aquellas con un IMC de 30-34.9 formaron la categoría de obesidad clase 1, con IMC de entre 35 y 39.9 obesidad clase 2 e IMC superior a 40 (más de 50 kilos por encima del peso ideal)obesidad clase 3 o mórbida.

En general, las mujeres que adelgazaron durante el embarazo tendieron a tener menos riesgo de necesitar una cesárea de emergencia y de desarrollar preeclampsia que las que engordaron. Además, fueron menos propensas a tener un bebé más grande que lo normal.

Por ejemplo: el 10% con obesidad clase 3 que engordó en el embarazo desarrolló preeclampsia, comparado con el 7% de las que adelgazaron durante el embarazo.

Tras considerar otros factores (edad y tabaquismo), adelgazar estuvo asociado con un 36% menos riesgo de desarrollar preeclampsia en las mujeres con obesidad clase 3. Una reducción similar se observó en las participantes con obesidad clase 2.

En tanto, las mujeres con obesidad clase 1 ó 3 tuvieron menos riesgo de necesitar una cesárea de emergencia si adelgazan.

Por ejemplo, el 13% de las embarazadas con obesidad clase 1 que engordaron necesitaron una cesárea no planificada, comparado con menos del 9% de las que adelgazaron en el embarazo; adelgazar redujo un 35% el riesgo de necesitar cesárea.

En el grupo de mujeres con obesidad clase 1 ó 2, adelgazar también estuvo relacionado con un aumento del riesgo de tener un bebé más grande que lo normal.

Raul Artal, obstetra de la Saint Louis University, en Missouri, que estudió el adelgazamiento en el embarazo, dijo que los resultados no quieren decir que las mujeres moderadamente obesas no puedan bajar de peso de manera segura durante el embarazo.

Su recomendación es tener una buena alimentación y caminar 30 minutos todos los días como actividad física de bajo impacto.

Fuente: Medlineplus.

Una alimentación rica en vegetales ayudaría a proteger de las fracturas

NUEVA YORK (Reuters Health) - Las mujeres mayores que consumen mucha cantidad de verduras, frutas y cereales integrales tendrían menos posibilidad de sufrir una fractura que el resto.

Un nuevo estudio, publicado en American Journal of Clinical Nutrition, no prueba que esos alimentos disminuyan el riesgo de sufrir fracturas, pero destaca otro motivo de salud para elegir una manzana en lugar de papas fritas.

Varios estudios habían hallado que quienes consumen más cantidad de ciertos nutrientes, como calcio y vitamina D conservan mayor masa ósea y tienen menos riesgo de sufrir fracturas con la edad.

Pero la gente consume alimentos, no nutrientes aislados, apuntó la autora principal, Lisa Langsetmo, de la McGill University de Montreal, en Canadá.

El equipo de Langsetmo analizó la relación entre la "densidad nutritiva" y el riesgo de sufrir fractura ósea en 3539 mujeres posmenopáusicas y en 1649 hombres mayores de 50 años.

Al inicio del estudio, que financió la industria láctea canadiense y laboratorios que producen fármacos contra la osteoporosis, los participantes respondieron cuestionarios alimentarios detallados.

Con esas respuestas, el equipo calculó la densidad nutritiva de la alimentación, es decir la concentración de vitaminas, minerales y otros nutrientes que tienen los alimentos ingeridos, caloría por caloría.
Una alimentación densa en nutrientes implica el consumo de gran cantidad de frutas, verduras, cereales integrales ricos en fibra y pescado, explicó Langsetmo a Reuters Health.

En los siguientes 7 años, 70 hombres y 372 mujeres sufrieron fracturas no asociadas a accidentes que podrían causarlas sin importar la calidad de la salud ósea.

En general, por cada 40% más de calorías derivadas de las frutas, las verduras y otros alimentos ricos en nutrientes, la posibilidad de sufrir una fractura en 10 años se redujo un 14% en las mujeres.

La misma tendencia se observó en los hombres, aunque quizás debido al azar.

Pero no hubo relación entre el riesgo de fractura y la alimentación rica en alimentos calóricos como postres, papas fritas y carnes procesadas.

Los resultados respaldan aún más los beneficios potenciales de los alimentos de origen vegetal sin necesidad de exagerar con las proteínas de origen animal.

Fuente: Medlineplus.

Muchas mujeres jóvenes juzgan mal su peso

Un equipo halló entre más de 2200 mujeres, de 18 a 25 años, atendidas en distintas clínicas de reproducción de Texas, una "falsa percepción del peso corporal" tanto en las de peso normal como con sobrepeso.

El 16% de las 1062 participantes con peso normal o bajo peso consideraba que tenía sobrepeso. Y un cuarto de las mujeres pesadas, incluido un 37% de aquellas con sobrepeso y un 10.5% de las obesas, dijo que su peso era normal o muy bajo.

En cuanto al estilo de vida, el estudio reveló que las mujeres con peso normal que sentían que tenían sobrepeso eran más propensas que aquellas con una percepción más precisa de su peso a usar estrategias poco saludables para controlar el peso como saltear comidas, abusar de los diuréticos o utilizar pastillas para adelgazar.

El 36% de las mujeres con peso normal y una percepción equivocada de su composición corporal había utilizado alguna de esas medidas extremas el mes previo, comparado con el 19% de las de peso normal y una percepción real.

En tanto, las mujeres con sobrepeso que se percibían con peso normal eran menos propensas a utilizar estrategias saludables para adelgazar como reducir las calorías o hacer ejercicio.

Un tercio dijo que había intentado alguna táctica saludable el mes previo, comparado con el 45% de las mujeres con sobrepeso con una percepción precisa de su peso.

Por otra parte, las mujeres con sobrepeso que se percibían con peso normal eran también menos propensas a haber utilizado alguna estrategia no saludable para adelgazar.

Los resultados, publicados en Obstetrics & Gynecology, sugieren que las falsas percepciones del peso corporal son comunes y podrían tener grandes consecuencias en la salud pública.

"Dado que 1 de cada 4 mujeres con sobrepeso y obesidad piensa que su peso es normal, es un gran obstáculo para la prevención de la obesidad", dijo el autor principal del estudio, Mahbubur Rahman, profesor asistente de obstetricia y ginecología de la University of Texas Medical Branch, en Galveston.

"Muchas personas no conocen su peso ni en qué categoría están", agregó el experto.

Fuente: Medlineplus.

La diabetes y la depresión pueden ser una calle de doble sentido

Un estudio reciente señala que la diabetes y la depresión son afecciones que pueden fomentarse mutuamente.

La investigación, llevada a cabo en la Universidad de Harvard, encontró que los participantes del estudio que estaban deprimidos tenían un riesgo mucho mayor de desarrollar diabetes, mientras que los que sufrían de diabetes tenían un riesgo mucho mayor de depresión, en comparación con los participantes saludables del estudio.

"Este estudio indica que estas dos dolencias pueden influenciarse entre sí, convirtiéndose así en un círculo vicioso", señaló el Dr. Frank Hu, coautor del estudio y profesor de nutrición y epidemiología de la Facultad de salud pública de la Harvard en Boston. "Así, la prevención primaria de la diabetes es importante para prevenir la depresión y viceversa".

En EEUU, alrededor del 10% de la población tiene diabetes y el 6.7% de las personas mayores de 18 años experimenta depresión clínica cada año, según los investigadores.

Los síntomas de depresión clínica incluyen ansiedad, sentimientos de desesperanza o culpa, comer o dormir demasiado o demasiado poco, y una pérdida de interés en la vida, las personas y las actividades.

La diabetes se caracteriza por hiperglucemia y una incapacidad de producir insulina. Entre sus síntomas están micción frecuente, sed inusual, visión borrosa y entumecimiento de manos o pies.

Alrededor del 95% de los diagnósticos de diabetes son del tipo 2 y con frecuencia son precipitados por la obesidad.

Los investigadores encontraron que las dos cosas pueden ir de la mano.

El estudio dio seguimiento a 55.000 enfermeras durante 10 años, reuniendo datos a través de cuestionarios. Entre más de 7400 que se deprimieron, había un riesgo de desarrollar diabetes 17% más alto. Las que tomaban antidepresivos tenían un riesgo 25% superior.

Por otro lado, más de 2800 participantes que desarrollaron diabetes eran 29% más propensas a deprimirse y las que tomaban fármacos estaban en riesgo aún mayor, que aumentaba cuando el tratamiento se hacía agresivo.

Tony Z. Tang, profesor adjunto del departamento de psicología de la Universidad Northwestern, dijo que a las participantes que tomaban medicamentos para sus dolencias les iba peor porque sus enfermedades eran más graves.

"Ninguno de esos tratamientos son curas, a diferencia de los antibióticos para las infecciones. Los pacientes deprimidos que toman antidepresivos y los diabéticos que se aplican insulina con frecuencia siguen sufriendo sus síntomas principales", apuntó Tang. "A esos pacientes les va peor a largo plazo porque están más graves que otros".

Tang advirtió que no se deben sacar demasiadas conclusiones del estudio. Anotó que las correlaciones entre diabetes y depresión declinaron de forma marcada cuando se controlaron el peso excesivo y la inactividad en el estudio.

"Esto sugiere que gran parte de la correlación observada entre la depresión y la diabetes proviene de variables que confunden", aseguró. "En términos sencillos, ser gordo y tener un estilo de vida malsano hace que la gente tenga más probabilidades de sufrir depresión y [también] diabetes".

Pero si la investigación establece una conexión firme entre las dos enfermedades, podría ayudar a avanzar el tratamiento, añadió Tang.

"Si se establece una conexión causal sustancial entre los dos trastornos, sería más bien novedosa y podría en potencia cambiar la forma que los comprendemos y tratamos", señaló Tang.

El Dr. Joel Zonszein, director del Centro Clínico de Diabetes del Centro Médico Montefiore de la ciudad de Nueva York, dijo que establecer relaciones causales es difícil en un estudio basado en cuestionarios, porque los informes de los propios participantes pueden ser imprecisos.

"No es ideal", comentó. "Es difícil decir qué causa qué, si uno causa el otro. Es muy difícil de aclarar".

Se necesita un estudio de mayor tamaño, controlado y aleatorio, apuntó Zonszein, que también es profesor de medicina clínica del Colegio de Medicina Albert Einstein en Nueva York.

Pero felicitó la investigación, y anotó que rastrear un número tan elevado de personas "durante largo tiempo" fortaleció los hallazgos.

Hu, que también es profesor de medicina en la Universidad de Harvard, aseguró que las conclusiones del estudio eran válidas. Cuando dos afecciones comparten los mismos factores de riesgo (obesidad y falta de ejercicio), "podemos seguir diciendo que están relacionadas, y que la una es tanto causa como consecuencia de la otra", explicó.

La depresión puede afectar los niveles de glucemia y el metabolismo de la insulina a través de un aumento del cortisol, contribuyendo a malos hábitos alimenticios, el aumento de peso y la diabetes, señaló.

"Por otro lado, la gestión de la diabetes puede causar cargas y estrés crónicos, que a largo plazo pueden aumentar el riesgo de depresión", apuntó Hu. Las dos "están relacionadas con sólo a través de la conducta, sino también de la biología".

Fuente: Medlineplus.

La grasa abdominal: una amenaza para los huesos de las mujeres

El exceso de peso alrededor del abdomen no solo incrementa el riesgo de enfermedad cardiaca y diabetes, una investigación reciente sugiere que también incrementa el riesgo de desarrollar osteoporosis en la mujer.

En un estudio con 50 mujeres premenopáusicas de distintos tamaños, investigadores de la Harvard hallaron que las que tenían más grasa alrededor del abdomen tenían más probabilidades de tener menor densidad mineral ósea, algo que puede conducir con el tiempo a la osteoporosis.

"No toda la grasa es igual. La grasa abdominal tiene efectos perjudiciales sobre la salud ósea", señaló la Dra. Miriam Bredella, autora líder del estudio, radióloga del Hospital General de Massachusetts y profesora asistente de radiología de la Facultad de medicina de la Harvard en Boston.

Bredella tenía previsto presentar los hallazgos en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de EEUU en Chicago.

Hasta 10 millones de estadounidenses, la mayoría mujeres, tienen osteoporosis, según el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel (NIAMS). Otras 34 millones tienen baja densidad mineral ósea, lo que las pone en riesgo de desarrollar osteoporosis.

Entre los factores de riesgo se encuentran la deficiencia de estrógeno, una alimentación que no incluye calcio y vitamina D, trastornos alimentarios, ciertos medicamentos, un estilo de vida sedentario, beber demasiado alcohol y fumar.

Sin embargo, anteriormente se creía que el exceso de peso de alguna manera protegía contra la pérdida ósea, según Bredella.

El índice de masa corporal (IMC) promedio de las mujeres elegidas para el estudio fue de 30 y los puntajes iban de 19 a 46. Se considera normal un IMC entre 18.5 y 24.9 mientras que entre 25 y 29.9 se considera exceso de peso. Un IMC de 30 o más muestra obesidad según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Las mujeres se sometieron a una técnica especial de diagnóstico por imágenes conocida como espectroscopia por IRM, que le permitió a los investigadores medir los depósitos de grasa, incluida la que se encuentra en la médula ósea.

Las mujeres que tenían más grasa visceral, en la zona central, tuvieron más probabilidades de tener baja densidad mineral ósea. Además, se notó la relación entre la grasa visceral y los niveles de grasa en la médula ósea.

"La grasa visceral es grasa abdominal profunda y se ha encontrado que es mala para la enfermedad cardiaca y la diabetes. Este tipo de grasa libera ácidos grasos al hígado, además de otras sustancias y hormonas que afectan el corazón y el páncreas, incluso probablemente los huesos", aseguró Bredella. "Pero, no sabemos exactamente qué tiene la grasa visceral que cause problemas".

En cuanto al aumento de la grasa de la médula ósea, "mucha grasa en [este lugar] debilita el hueso"; aseguró Bredella.

"Este estudio trae más malas noticias sobre la obesidad. "Lo único en lo que pensábamos que la obesidad ayudaba, la protección de los huesos, resultó falso", agregó.

"Este es un estudio fascinante que suscita preguntas interesantes e importantes", señaló la Dra. Judi Chervenak, profesora clínica asociada de obstetricia, ginecología y salud femenina del Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York.

"Tener peso saludable e intentar controlar la grasa visceral se está haciendo importante desde muchísimos puntos de vista distintos", aseguró. "Es necesario hacer cambios en el estilo de vida que se enfoquen en la salud general y el bienestar. El ejercicio es muy importante para prevenir la osteoporosis y otras enfermedades. "Si no ha estado activa, intente simplemente pararse y salir a caminar. Idealmente, llegará en algún momento a hacer ejercicio regular, pero vaya y haga algo de ejercicio", recomendó.

Bredella aseguró que, actualmente, los investigadores estudian la distribución de la grasa y la densidad mineral ósea en los hombres para determinar si los patrones se mantienen para ambos sexos.

Fuente: Medlineplus.

Omega 3 reduce riesgo de desarrollar enfermedad de las encías

NUEVA YORK (Reuters Health) - Los consumidores de gran cantidad de omega 3, que son los ácidos que contienen principalmente los pescados de mar, tendrían bajo riesgo de desarrollar enfermedad de las encías.

Aun así, los autores de un nuevo estudio pequeño, se niegan a atribuirles toda la responsabilidad a los omega 3, ya que podrían influir otros factores.

La enfermedad de las encías avanzada, llamada periodontitis, es una inflamación crónica que aparece por la acumulación de bacterias y puede provocar la pérdida de hueso y dientes.

"Las bacterias necesitarían de la inflamación para crecer. De hecho, el tratamiento antiinflamatorio con omega 3 resolvió la periodontitis en ensayos con conejos. Quisimos probarlo en seres humanos", explicó el autor principal, doctor Kenneth J. Mukamal, de la Escuela de Medicina de Harvard, en Boston.

El equipo de Mukamal estudió a más de 9000 adultos, que entre 1999 y el 2004 habían participado de la encuesta nacional conocida como National Health and Nutrition Examination Survey. El 8% tenía enfermedad periodontal, publicó el equipo en Journal of the American Dietetic Association.

Según la alimentación en las 24 horas previas que habían recordado los participantes, el equipo halló que los que consumían niveles moderados o altos de uno de los principales ácidos grasos omega 3 derivado del pescado, el DHA, eran menos propensos a tener la enfermedad.

Tras considerar factores como la edad, el sexo y las calorías consumidas, el tercio superior de los pacientes en la escala de consumo de DHA tenía un 22% menos posibilidad de desarrollar enfermedad periodontal que el tercio inferior de esa escala.

Los autores hallaron también una menor frecuencia de enfermedad de las encías en el grupo con niveles relativamente bajos de proteína C reactiva en sangre, que es un signo de inflamación.

Aun así, Mukamal advirtió que los resultados todavía no confirman que los omega 3 tengan un efecto protector real sobre las encías. Por ejemplo: la pérdida de dientes podría haber alterado la alimentación de los participantes y no viceversa.

El equipo tampoco obtuvo información suficiente como para identificar la mejor "dosis" de omega 3 para prevenir la periodontitis, si se demuestra su capacidad protectora.

Mukamal destacó la recomendación de la Asociación Estadounidense del Corazón de consumir pescados grasos (como salmón, caballa, arenque o atún) dos veces por semana y consideró que esa cantidad "sería bastante razonable".

"Los omega 3 tienen una gran cantidad de efectos beneficiosos para muchos órganos. Las encías serían uno más que hasta ahora se desconocía", dijo Mukamal.

Para prevenir la enfermedad periodontal, recomendó también ir al dentista para realizar limpiezas regulares y, si así se recomienda, consultar a un especialista en encías para tomar antibióticos o realizar una limpieza más agresiva.

Fuente: Medlineplus.

Los argentinos bebemos poca agua y mucho líquido azucarado

Mates con azúcar por la mañana. Un vaso de gaseosa durante el almuerzo, seguido por un café dulce. Jugos artificiales, aguas azucaradas y gaseosas durante el resto del día. Una combinación que frecuentemente practican los argentinos, sin percibir que consumen un montón de calorías encubiertas, según detectó una encuesta del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI) sobre hidratación.

Se trata del primer estudio poblacional sobre hidratación realizado en la Argentina. Implicó el registro individual del consumo de alimentos, bebidas e infusiones sin alcohol durante una semana del mes de noviembre del año pasado. Participaron 800 personas, desde recién nacidos a 65 años, de los grandes centros urbanos del país.

El relevamiento fue presentado en el X Congreso Argentino de Obesidad y Trastornos Alimentarios que se llevó a cabo en Mar del Plata. Permitió identificar que las cantidades de azúcares ingeridos a través de jugos, bebidas e infusiones son preocupantes por sus riesgos para la salud. Dentro del total de los momentos de consumo diario de los encuestados, el 46% corresponde a líquidos. Y la mitad de los líquidos que se consumen diariamente consisten en bebidas con sabor o infusiones azucaradas.

“Por lo general, cuando los médicos o los nutricionistas hacen recomendaciones a los pacientes les dicen que coman menos. Pero no se hace hincapié en el consumo de bebidas que incluyen calorías. Lo ideal es que más gente consuma más agua por día o, en todo caso, bebidas con saber sin aporte de calorías”.

Al consumir bebidas o infusiones con azúcar, se ingieren calorías sin mayor contenido nutricional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el consumo de azúcares simples, como los de las bebidas, no debe superar el 10 por ciento del total de calorías diarias. Pero en la Argentina esta sugerencia se pasa por alto.

El estudio reveló que sólo el azúcar en bebidas representa entre el 9 y el 15 por ciento del total, sin considerar los dulces, las mermeladas, las golosinas y otros alimentos que también contienen esos azúcares simples. En cambio, el agua pura (incluyendo a la red, mineralizada, potable envasada o mineral natural) tiene menos seguidores. Sólo el 21 por ciento de los líquidos que se ingieren corresponden a agua.

Cuando tiene sed, el cuerpo necesita agua. Sin embargo, el estudio reveló que el perfil del consumo se orienta a incorporar una gran cantidad de calorías “vacías” a través de té, café, mate, jugos, gaseosas y otras bebidas azucaradas. Hay una mayor preferencia por las infusiones, como mate, té y café primero: el 49% le pone azúcar.

Hubo pequeñas diferencias con respecto a las edades de los encuestados. En términos relativos, los niños y adolescentes se inclinan por lo azucarado. Los adolescentes son quienes proporcionalmente toman menos agua, y son los adultos y mayores de 45 años quienes se inclinan más por las bebidas con sabor sin azúcar.

En el caso de los que tienen entre 18 y 45 años, se encontró que ingieren 400 calorías extras a través de bebidas e infusiones. Esto significa que consumen en líquidos las calorías equivalentes a un plato de comida sin darse cuenta.

Para Esteban Carmuega, director del CESNI, este consumo oculto de calorías es un gran riesgo para la salud de la gente. “Con esta carga oculta de calorías, es muy fácil excederse de peso. Se puede producir un desbalance de energía, porque la persona consume más calorías de las que necesita diariamente para su nivel de actividad, y su organismo no es conciente. Esto es un camino de ida hacia el sobrepeso y la obesidad”. Se sabe que un desbalance del 1 por ciento entre la ingesta y el gasto de calorías (es decir, se consumen más de lo que se gasta) puede representar en 10 años un aumento de 15 kilos de peso en los adultos.

Otro riesgo del consumo oculto de calorías es que se obliga al organismo a necesitar más insulina. “Esta exigencia puede conducir a mediano o largo plazo al síndrome metabólico y más tarde a la diabetes”.

El estudio reveló otros detalles de los hábitos argentinos. La proporción del consumo de agua pura y bebidas con sabor sin azúcar/calorías es significativamente mayor en las mujeres, en comparación con los hombres. Y que el 70% de las bebidas se consumen durante los almuerzos y las cenas.

A partir del relevamiento, que fue desarrollado con TNS Gallup y con apoyo financiero de una empresa multinacional que vende agua mineral y lácteos, los especialistas del Cesni dieron algunas recomendaciones para poner en práctica de manera individual o en las familias. “Por ejemplo, cuando se toma mate, té o café, se puede reemplazar el azúcar por edulcorante o directamente tomarlos amargos. Así, estaríamos evitando muchas calorías extras por día y educando a nuestras familias en hábitos más saludables”.

Otra medida es que se facilite el acceso al agua durante las comidas. “Una medida práctica y fácil es servir agua durante el almuerzo o la cena”. Por el estudio se supo que el agua es uno de los líquidos que menos se ingiere durante las comidas.

“Sería importante que los profesionales de la salud trabajen más con las mujeres, porque son ellas las que más agua consumen y pueden ser también quienes alienten a los niños a realizar el reemplazo de los jugos y gaseosas con azúcar por el agua u otras bebidas sin azúcar.

El consumo de agua –también halló el estudio– es mayor a medida que sube el nivel educativo. Se lleva a cabo generalmente fuera de los momentos de comida, aunque allí se concentra el 70 por ciento del consumo total de líquidos.

Las calorías ocultas en las bebidas diarias son, según Carmuega, un factor importante en el gran problema de la obesidad. “Hoy la mitad de la población argentina tiene sobrepeso y obesidad, y el consumo de bebidas con calorías es un factor de esta epidemia. Necesitamos debatir abiertamente sobre la cantidad de calorías que se ingieren con las bebidas de manera inadvertida”.

Además, puntualizó que los niveles de consumo de azúcar en niños de hasta 5 años y en los adolescentes deben ser un llamado de atención para los padres. “Necesitamos que reemplacen las infusiones y bebidas con azúcar por agua y bebidas sin azúcar, especialmente durante las comidas principales. Esto debe hacerse acompañado de una alimentación saludable y con actividad física diaria”.

Fuente: Clarín.com.

Alimentos tan adictivos como drogas

Los miembros de Comedores Compulsivos Anónimos saben desde hace tiempo lo que ahora comienzan a ver claro los neurocientíficos y los endocrinos: hay alimentos que no pueden parar de ingerir, aunque saben perfectamente que no les convienen. Quienes pertenecen a esta organización creada hace 50 años no se decantan por las frutas o las verduras. El paladar les reclama, más bien, costillas con salsa barbacoa, hamburguesas o helados. En definitiva, comidas muy ricas en grasas y azúcares.

La revista The Journal of Neuroscience publicará próximamente los resultados de un estudio muy revelador. Un equipo de investigadores estadounidenses encabezado por Eric Stice, del Departamento de Psicología de la Universidad de Texas, llevó a cabo un experimento con 26 mujeres obesas o con sobrepeso. Durante un periodo de seis meses se les ofrecieron dos tipos de batidos: sabrosos y calóricos o insípidos y sin calorías.

La técnica de imagen conocida como resonancia magnética funcional mostró que las que ingirieron mayores cantidades de la bebida potente y ganaron más peso eran aquellas cuyos cerebros mostraban una menor activación de la zona asociada a las comidas palatables (gratas al paladar).

Esta aparente paradoja tiene su explicación. "Se trata de un mecanismo muy similar al de las drogas", explica Francisco Pérez Jiménez, jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. "La hipótesis es que el ser humano, cuando come, recibe una compensación, ya que los alimentos le causan placer", expone el endocrinólogo. En este contexto, "las personas a las que el alimento les produce menos satisfacción suelen subir más de peso porque tienden a consumir más para conseguir esa gratificación", agrega.

Con todo, los expertos creen que no se puede hablar de adicción en los mismos términos que cuando nos referimos a las drogas. "Hay muchos puntos en común, pero también algunas diferencias", subraya Rafael Maldonado, catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

Entre los aspectos semejantes destacan los síntomas, ya que, según este experto en neurofarmacología, "se puede llegar a la pérdida completa del control tanto en la búsqueda de comida basura como de drogas". Estudios con animales muestran que éstos siguen atiborrándose de forma continua incluso cuando se les castiga cada vez que lo hacen con una descarga eléctrica.

Asimismo, los comedores compulsivos pueden sufrir recaídas tras haber logrado moderar su consumo de calorías.

Desde el punto de vista neurológico también hay coincidencias. Las sustancias de abuso y los platos con una alta palatabilidad producen efectos parecidos en el cerebro. Concretamente, actúan sobre neurotransmisores (compuestos que transmiten los impulsos nerviosos) como la dopamina.

En cuanto a las diferencias, Maldonado apunta, en primer lugar, la propia naturaleza de las sustancias: "La comida es necesaria para la supervivencia; la droga, no". Por eso, la activación de los circuitos de recompensa que produce un estímulo natural no puede ser totalmente equivalente al que genera un compuesto que no nos resulta imprescindible.

Por otra parte, varía el patrón de consumo. Muchas personas toman drogas pero sólo unas cuantas (aprox. 1 de cada 7)se enganchan. El abuso de la comida de alta palatabilidad, a la que todos estamos expuestos, afecta, como mucho, a uno de cada 30personas.

Fuente: ElMundo.es.