Mundo Salud

Este es un espacio de noticias y consejos relacionados con la nutrición, la salud y el estilo de vida, para estar al tanto de los avances de la ciencia y practicar el auto cuidado responsable.

miércoles, abril 29, 2009

La píldora podría alterar el rendimiento deportivo

Los resultados de un pequeño estudio, presentado en la reunión anual de la Sociedad Norteamericana de Fisiología, señalan que las mujeres que toman la píldora tienen más dificultades para ganar masa muscular cuando siguen un programa de entrenamiento que aquellas que no toman anticonceptivos orales. El culpable más probable, según afirman los autores, es el análogo de la progesterona que contienen algunos de estos preparados.

"Sospechábamos que el uso de píldoras anticonceptivas podría influir en las respuestas musculares al ejercicio de resistencia porque estas pastillas trabajan manipulando los niveles hormonales de nuestro cuerpo", ha explicado Chang Woock Lee del Departamento de Salud y Kinesiología de la Universidad A&M de Texas.

Para comprobarlo, eligieron a 73 mujeres de edades comprendidas entre los 18 y 31 años. De ellas, 34 tomaban la píldora y 39 no. Todas se sometieron a un programa de entrenamiento durante 10 semanas que incluía una rutina de varias series de ejercicios (abdominales, flexo extensiones de brazos, etc), que debían realizar al 75% de su capacidad máxima bajo la supervisión de especialistas.

Además, se recomendó a las participantes que consumieran al menos 0.5 g de proteínas por kg de peso para asegurar que el aporte fuera suficiente para desarrollar músculo.

Cambios significativos

Lee y su colega Steven Riechman tomaron varias medidas al cabo de esas semanas. Lo primero que observaron fueron diferencias significativas en la cantidad de masa muscular que estas mujeres habían ganado. Tanto el incremento absoluto como el relativo eran más bajos en las participantes que tomaban anticonceptivos. Aunque, matizan, otros parámetros como la fuerza o el diámetro de brazos y piernas no diferían de un grupo a otro.

Después midieron la concentración en sangre de algunas hormonas. Las anabólicas (relacionadas con la fabricación de fibras musculares) eran más bajas en las usuarias de la píldora. La cantidad de DHEA, una de estas moléculas, era especialmente baja en estas mujeres tras cada sesión de entrenamiento, mientras que en las demás sus niveles eran constantes. Por otro lado, las hormonas catabólicas (destruyen el músculo), eran más altas.

Según Lee, "los cambios significativos observados en la ganancia muscular podrían estar relacionados con el componente de progestina de los anticonceptivos orales". Los análogos de la progesterona bloquean la acción de la testosterona, una hormona masculina implicada en el mantenimiento y la formación de músculo.

Siguiendo esta hipótesis, los autores dividieron a las usuarias de la píldora en tres categorías en función de si sus preparados contenían dosis altas, medias o bajas de progestágenos. Aquellas que consumían dosis más altas eran las que menos músculo habían ganado.

"Los hallazgos de nuestro estudio podrían ser beneficiosos para muchas mujeres que toman anticonceptivos", indica Lee. Hay muchas mujeres activas que los utilizan como reguladores menstruales, incluidas deportistas. "Es posible que las usuarias de la píldora experimenten dificultades para alcanzar sus metas debido a una respuesta muscular alterada", concluyen, al tiempo que subrayan la necesidad de realizar nuevos estudios sobre este tema.

Fuente: Elmundo.es.

El pescado y los omega-3 reducen el riesgo de insuficiencia cardíaca

Según concluye un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro Médico Deaconess Beth Israel y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard en Boston, EEUU, y publicado en la edición digital de la revista "European Heart Journal", el consumo moderado de pescado azul y ácidos grasos omega-3, que se encuentran en el aceite de pescado protege a los varones del desarrollo de insuficiencia cardíaca.

El beneficio, sin embargo, se ha observado únicamente en aquellos que comen aprox. una porción de pescado azul a la semana y que consumen de forma moderada ácidos grasos omega-3 marinos –en torno a 0.35 g. diarios–. De hecho, el consumo de cantidades mayores a la referida no sólo no supone un beneficio mayor, sino que se asocia con un riesgo similar al que presentan los individuos que no los consumen.

De la misma manera, el trabajo no ha podido establecer si el beneficio también se mantiene en caso de la ingesta de ácidos grasos omega-3 marinos a través de suplementos alimentarios. No en vano, los participantes del estudio consiguieron la mayor parte de los componentes a través de la dieta.

Los investigadores siguieron a 39.367 varones suecos con edades comprendidas entre los 45 y los 79 años desde 1998 hasta 2004, registrando su dieta y siguiendo su progresión por medio de los registros de hospitalizaciones y de mortalidad. Durante este periodo, 597 hombres sin antecedentes de enfermedad coronaria o diabetes desarrollaron insuficiencia cardíaca, y 34 murieron.

Los investigadores descubrieron que los hombres que comían pescado azul como arenque, caballa, salmón y trucha alpina, una vez por semana, tenían un riesgo un 12%inferior de desarrollar insuficiencia cardíaca en comparación con aquellos que nunca lo incorporaban.

También constataron el efecto protector asociado con la ingesta de estos ácidos grasos. Así, los varones que consumían en torno a 0.36 g diarios tenían un riesgo un 33% menor de desarrollar insuficiencia cardíaca que aquellos que consumían cantidades ínfimas o que directamente no lo consumían.

Consumo moderado, no excesivo

Dividieron a estos hombres según el consumo de pescados azules y ácidos grasos omega-3 marinos. Los resultados mostraron que el grupo de consumo intermedio, que tomaba una porción a la semana, tenía un 12% menos de riesgo en comparación con quienes nunca lo comían o aquellos que incluían 2 ó 3 porciones por semana. En el caso de los ácidos grasos marinos, también los del grupo intermedio –consumo de 0.36 g diarios– tenían un 33% menos de riesgo de insuficiencia cardíaca en comparación con los que consumían 0.46 ó 0.71 g al día, cuyo riesgo similar a los que no tomaban nada o muy poco.

En palabras de la Dra. Emily Levitan, directora del trabajo, “nuestro estudio muestra que un consumo moderado de pescado azul y de dichos ácidos grasos se asocia con menores tasas de insuficiencia cardíaca en hombres, así como que aquellos que consumen cantidades mayores no consiguen más beneficios”.

Señala que esta relación en forma de U entre el pescado azul, los ácidos grasos omega-3 marinos y la insuficiencia cardíaca fue un descubrimiento inesperado.

“La mayor tasa de insuficiencia cardíaca en hombres que consumían las mayores cantidades de este alimento, siempre en comparación con el consumo moderado, podría ser algo casual. Así, podría tratarse de hombres con problemas de salud que comieran más pescado para intentar mejorar y, por ello, los pescados azules y los ácidos grasos parecen factores de riesgo para la insuficiencia cardíaca. Sospecho que esta es la explicación más probable, pero no podemos estar seguros a partir de estos datos”.

Fuente: European Heart Journal.

Las bebidas con fructosa incrementan el síndrome metabólico

Un estudio reciente sugiere que las bebidas endulzadas con fructosa pueden tener efectos negativos sobre la sensibilidad del organismo a la insulina y su capacidad para procesar las grasas, lo que incrementa el riesgo de ataque cardiaco y accidente cerebrovascular.

Aún así, el estudio halló que las bebidas endulzadas con glucosa no parecen tener el mismo impacto.

En la investigación, participaron voluntarios obesos y con exceso de peso que bebieron durante 10 semanas preparados endulzados con fructosa o con glucosa que satisfacían el 25% de sus necesidades energéticas. Durante el estudio, los participantes de ambos grupos ganaron casi el mismo peso, pero los que consumieron las bebidas endulzadas con fructosa mostraron un aumento en la grasa intraabdominal.

Los investigadores, de la Universidad de California en Davis, también hallaron que los del grupo de la fructosa se hicieron menos sensibles a la insulina, que controla los niveles de glucosa en el organismo, y que mostraron señales de dislipidemia, es decir, niveles elevados de lípidos en la sangre.

El estudio fue publicado en el "Journal of Clinical Investigation".

Una menor sensibilidad a la insulina y a la dislipidemia son señales de síndrome metabólico, que aumenta el riesgo de ataque cardiaco. Ahora, se desconoce si consumir grandes cantidades de fructosa incrementa el riesgo de ataque cardiaco a largo plazo, según los autores de un editorial anexa.

Fuente: Healthfinder.

"La evolución no nos preparó para la abundancia de comida"

Los especialistas consideran que, aunque la triada fármacos, ejercicio físico y nutrición es fundamental, es más eficaz insistir en estos dos últimos aspectos.

La obesidad y los procesos fisiopatológicos relacionados con ella, como la resistencia a la insulina, el síndrome metabólico, la diabetes de tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares, son uno de los mayores riesgos para la salud general de la población mundial.

Philip Wood, científico del Instituto Burnham de Investigación Médica, en Lake Nona, Orlando, Florida, EEUU, ha abordado la relación entre nutrición, obesidad y enfermedades asociadas a ella dentro del ciclo de la Fundación BBVA Nutrición y Salud organizado en colaboración con el CIC bioGUNE, la Universidad del País Vasco, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y el British Council.

Ácidos grasos, productos ricos en omega-3 y frutos secos naturales, sin azúcar ni sal, figuran entre los productos más sanos.

Ajuste de las dietas


"La prevención de la obesidad y las enfermedades asociadas es fundamental para la solución de este problema de alcance mundial", ha afirmado Wood. En este sentido, "los medicamentos para combatir la enfermedad no son tan efectivos como una alimentación adecuada y la práctica de ejercicio físico". ¿Cuál sería una alimentación adecuada?: "No importa lo que comas, come menos", aconseja Wood.

En su conferencia, ha realizado una descripción general de la función en la salud metabólica del consumo de azúcar, del jarabe de maíz alto en fructosa, de las diversas grasas beneficiosas y perjudiciales (grasas saturadas, ácidos grasos omega-3y "trans"), y de la fibra.

"A diferencia de la genética, la nutrición es un componente controlable de este riesgo sanitario. A medida que se avance en la investigación y se sensibilice a la población sobre estos temas, cada persona podrá seleccionar una dieta sana y apropiada a sus necesidades".

A su juicio, "tal vez las aerolíneas tengan algo que enseñarnos", ha dicho Wood en referencia a las pequeñas raciones de comida que se sirven en los aviones. Además de recalcar que lo más importante para evitar la obesidad es "evitar que el cuerpo tenga mucha grasa contra la que luchar", el especialista ha enumerado una lista de productos sanos que tomados en cantidades prudenciales contribuyen a evitar enfermedades ligadas al exceso de peso.

Una amenaza latente

Un 13% de la población española tiene obesidad y hasta el 39% padece sobrepeso. El científico estadounidense ha asegurado que no se puede hablar de una "dieta ideal" puesto que cada persona, con su genética particular, responde de manera distinta a los diferentes regímenes.

"Se trata de reducir el número de calorías que se consumen, adecuar la dieta al estilo de vida de cada uno, y realizar actividad física".

Félix Goñi, director de la Unidad de Biofísica de la Universidad del País Vasco, ha afirmado que "la obesidad es una enfermedad para la cual la evolución no nos ha preparado"; un caso único en la historia, pues "es la primera vez en 4.000 años de evolución en que la comida sobra. La condición humana no está preparada".

No obstante, Goñi, encargado de presentar a Wood, ha matizado que "es una ventaja en este aspecto no vivir en EEUU, donde la obesidad mórbida está mucho más extendida". Aunque expresó su temor de que no seamos capaces de aprender de experiencias ajenas para tomar medidas preventivas, considera que la situación de España no es la de EEUU, pero la amenaza existe.

¿Cómo actúa la grasa en el organismo?

Philip Wood, en su reciente libro "How Fat Works" (Cómo actúa la grasa), analiza su papel en un cuerpo sano, y muestra cómo el exceso de grasa puede originar una serie de trastornos metabólicos y enfermedades como la hipercolesterolemia, la resistencia a la insulina y la diabetes. También revisa lo que las recientes investigaciones pueden enseñar sobre genes específicos o grupos de genes que conduzcan a una serie de desórdenes metabólicos específicos, y señala la compleja interrelación entre hormonas, genes y estrés desde el punto de vista de cómo el cuerpo se relaciona con la grasa a lo largo del ciclo de la vida.

Wood ha centrado gran parte de su vida profesional en las enfermedades hereditarias raras relacionadas con el metabolismo de la grasa: patologías potencialmente fatales que afectan a bebés y niños pequeños (que no pueden quemar ácidos grasos para lograr una compensación). En el Instituto Burnham trabaja en el desarrollo de los modelos de ratón necesarios para estudiar este tipo de enfermedades.

Fuente: Diariomedico.com