Mundo Salud

Este es un espacio de noticias y consejos relacionados con la nutrición, la salud y el estilo de vida, para estar al tanto de los avances de la ciencia y practicar el auto cuidado responsable.

martes, marzo 22, 2011

¿El pan no engorda?

Un grupo de investigadores reivindica al gran alimento “prohibido” para los embanderados de las dietas. Sus conclusiones y la opinión de una especialista.

Las dietas que incluyen pan permiten adelgazar en igual medida que las dietas que lo excluyen. A esa sorprendente y, para muchos, polémica conclusión llegó un estudio del Hospital de La Paz de Madrid. Según los autores, la gente deja de consumir estos alimentos por "falsos mitos".

La investigación consistió en comparar dos dietas hipocalóricas con pan y sin pan en mujeres con sobrepeso u obesidad. El resultado: en ambos grupos se redujo por igual el peso corporal y la masa grasa.

“Yo el pan lo indico en cualquier plan de descenso de peso”, coincide la licenciada en nutrición Viviana Viviant. “El objetivo es que la gente se habitúe a sacar la panera y comerlo solo en el desayuno y la merienda”, agrega la directora de Nutrición y vida sana.

¿Cuánto hay que comer? Depende de cuánto busque adelgazar la persona. “En un plan de 1200 calorías recomiendo una rebanada en el desayuno y una en la merienda. En uno de 1500 calorías sugiero dos en el desayuno y una en la merienda. Los planes de 1800 calorías (por lo general, para hombres) incluyen dos en el desayuno y dos en la merienda”, enumera Viviana.

El tipo de pan también es importante. Según la especialista, tiene que ser integral, de salvado o de semillas. Conviene que sea de molde: tiene menos grasa que el de panadería y nos tienta menos. El árabe es otra buena opción porque tiene poca miga.

Cuidate por más tiempo

Otra conclusión del estudio español es que el pan reduce el riesgo de abandonar la dieta. Entre las mujeres que lo comieron, el cumplimiento se mantuvo estable. Pero en aquellas que excluyeron al pan las trasgresiones fueron aumentando a medida que pasaban las semanas.

Para asegurar el seguimiento, debemos ser permisivos. “Todos los alimentos deben estar en un plan de alimentación de descenso de peso. Solo hay que aprender a manejar las cantidades”, opina Viviant.

Fuente: Entremujeres / Clarín.com.

Cómo ganar el "tour" sentado en la oficina

Convertirse en un ciclista con muchos kilómetros a la espalda está al alcance de cualquier trabajador de oficina que quiera mantenerse en forma. No obtendrá ningún galardón ni será aclamado en los Campos Elíseos, pero será todo un campeón en quemar calorías sin moverse de su silla ni levantar la vista de la computadora. Basta con disponer de un aparato portátil relativamente barato que se coloca debajo de la mesa y permite al empleado pedalear mientras trabaja.

Un estudio publicado recientemente en la revista British Journal of Sports Medicine muestra los potenciales beneficios de estos artilugios. Sus autores los probaron en 18 trabajadores con cometidos especialmente sedentarios durante 4 semanas. Finalizado ese período, comprobaron que los participantes habían utilizado las máquinas de pedalear una media de 12 días y habían recorrido una distancia diaria que oscilaba entre 0.5 y 21 km, lo que suponía un gasto de 9 a más de 500 calorías. Los participantes manifestaron su satisfacción con este sistema y sus jefes o empleadores no detectaron ninguna merma en su productividad achacable al ejercicio que habían realizado. Los investigadores aseguran que pedalear en la oficina durante aprox.20 minutos al día puede tener un impacto significativo en la salud.

Estrategias

Tener un trabajo que obliga a pasar muchas horas frente a la computadora es la excusa perfecta para no realizar ningún tipo de ejercicio. Por eso, los especialistas en educación física y medicina del deporte de diversos países se han empeñado en diseñar estrategias al alcance de todos los públicos, incluso de las personas que prácticamente viven en su oficina.

Una de las máximas representantes de este tipo de proyectos en nuestro país es Anna Puig Ribera, profesora de Actividad Física y Salud en la Universidad de Vic (Barcelona). "En los últimos cinco años se ha acumulado mucha evidencia científica que expone que estar sentado, que es el comportamiento sedentario por excelencia, es muy nocivo para la salud", señala la investigadora. Contribuye a la obesidad y, por lo tanto, eleva el riesgo cardiovascular. Hoy en día, la mayoría de los puestos de trabajo confinan al empleado a una silla, es decir, lo ponen en manos del enemigo.

Las máquinas de pedalear ofrecen la posibilidad de contrarrestar los efectos perjudiciales de estar sentado durante largas jornadas. En EEUU hay algunos despachos móviles con cintas andadoras que disponen de una mesa para la computadora. Pero existen otros métodos aún más sencillos y baratos para moverse un poco más, como el desarrollado por el equipo de Puig Ribera. "Proponemos estrategias a los empleados universitarios para hacer su trabajo lo más activo posible", expone.

Se les dan consejos para que realicen de pie o deambulando tareas que generalmente llevan a cabo sin moverse. Por ejemplo, enviar sólo los correos electrónicos indispensables y desplazarse para dar en persona aquellos mensajes destinados a compañeros que trabajan en el mismo edificio, dedicar parte del tiempo destinado a tomar un café a pasear o celebrar reuniones de pie.

El grupo de Vic realizó en 2005, junto con otras universidades, un estudio piloto que demostró la eficacia de estos recursos. Ahora está llevando a cabo un amplio proyecto a más largo plazo.

Fuente: ElMundo.es.

¿Sirve el "recuento de hidratos de carbono" en diabéticos?

NUEVA YORK (Reuters Health) - La cantidad de hidratos de carbono ingerida no sería tan importante para el nivel de azúcar en sangre como la carga glucémica de la comida, una medida que también incluye la rapidez con la que el organismo los asimila.

Esa es la conclusión de un nuevo estudio sobre adultos sanos, que cuestiona cómo las personas con diabetes tipo 1 deciden cuánta insulina debería aplicarse antes de comer.

En la diabetes tipo 1, que padecen 3 millones de estadounidenses, el páncreas no produce cantidades suficientes de insulina, la hormona que controla el nivel de azúcar en la sangre.

Para evitar un aumento peligroso, los diabéticos se inyectan insulina antes de una comida, generalmente según la cantidad de hidratos de carbono que ingerirán.

Pero el nuevo estudio, dirigido por Jiansong Bao, de la Universidad de Sydney en Australia, sugiere que esa no sería la forma más efectiva de hacerlo. La carga o índice glucémico de un alimento, en cambio, daría mejor resultado.

El equipo les pinchó el dedo a 10 jóvenes sanos para obtener muestras de sangre,los participantes consumieron 120 tipos de alimentos, todos con la misma cantidad de calorías. El estudio incluyó también dos grupos de voluntarios que incorporaron alimentos, incluidos varios productos de la dieta occidental como cereales, pan, huevo y carne.

La carga glucémica superó reiteradamente el recuento de hidratos de carbono en cuanto a la capacidad de predecir el aumento de los niveles de azúcar e insulina en sangre después de una comida.

"Esto sugiere que deberían reconsiderarse los métodos utilizados para su recuento en pacientes con diabetes tipo 1", dijo el doctor Edward J. Boyko, experto en diabetes de la Universidad de Washington en Seattle que no participó del estudio.

Pero Boyko aclaró que se desconoce si estos resultados se replicarían en personas que no son completamente sanas.

"En EEUU el 60% de la población tiene sobrepeso u obesidad, de modo que ignoramos si los resultados se aplicarían a todos o a los diabéticos", dijo a Reuters Health.

Para calcular la carga glucémica, se multiplica la cantidad de hidratos de carbono en gramos por porción por el índice glucémico de los alimentos, dividido por 100. (El índice glucémico de distintos productos está disponible en http://www.glycemicindex.com/).

Los alimentos con índice glucémico bajo hacen que el azúcar en sangre aumente lentamente, lo que ejerce poca presión en el páncreas para producir insulina.

En la revista científica American Journal of Clinical Nutrition, el equipo escribe que los resultados sugieren también que el consumo de alimentos con carga glucémica alta estaría asociado con la aparición de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, que no requiere el uso de inyecciones de insulina, y la enfermedad cardíaca, al elevar el azúcar y la insulina en sangre.

Pero el estudio no lo prueba, ya que se limitó sólo a las variaciones del azúcar en sangre y la insulina hasta 2 horas después de cada comida, comentó Boyko.

Los efectos a largo plazo y los nutrientes en los alimentos también serían importantes en el riesgo de desarrollar enfermedad.

Y, según el experto, el problema más importante sigue siendo el exceso de comida. "Debemos concentrarnos en el sobrepeso. El mensaje más simple sería: coma menos", indicó.

FUENTE: Medlineplus.

¿Por qué nos gusta el dulce?

Quienes estén intentando adelgazar sabrán que una de las primeras cosas que deben hacer es dejar el dulce. Y, probablemente, la renuncia a los pasteles, las tartas, los helados o los bombones sea lo que más les cueste. Esto es así porque el organismo tiene especial capacidad para reconocer los azúcares y siente debilidad por este sabor, que generalmente se obtiene con productos calóricos que engordan. El hallazgo de un equipo de investigadores del Monell Chemical Senses Center, en Filadelfia, EEUU, que ha averiguado nuevos mecanismos por los cuáles el cuerpo detecta estos sabores, podría ayudar a "engañar" al organismo y evitar así los kilos de más.

Hasta ahora, la ciencia sabía que los receptores T1r2+T1r3 eran los que permitían a las células del gusto, situadas en la boca, detectar todos los compuestos dulces -azúcares naturales, edulcorantes, fructosa y sacarosa-. Sin embargo, en un estudio con ratones se vio que no toda la detección de este sabor se podía explicar con estos receptores, ya que cuando se suprimía uno de ellos los roedores eran capaces de seguir reconociendo el dulzor.

Los investigadores han ahondado en esta cuestión y han descubierto, según publican esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences, que junto a estas proteínas receptoras del dulce, el cuerpo utiliza otros sensores que se encuentran en el intestino y en el páncreas y que, además de detectar los azúcares se encargan de absorberlos y de regular los niveles de glucosa en sangre.

"Es sorprendente lo listo que es el sistema del gusto y cómo integra toda la sensación de los sabores en el proceso digestivo", señala Robert F. Margolskee, neurobiólogo molecular en Monell y coordinador de este estudio.

El receptor que realiza esta función en el intestino es el SGLT1, un sensor que transporta la glucosa hacia las células del gusto. El del páncreas es conocido como el canal KATP y se encarga de monitorizar los niveles de glucosa y liberar insulina cuando son muy altos.

Engañar al organismo

"Detectar el dulzor de los azúcares y edulcorantes es una de las funciones más importantes de las células del gusto. Si no reconociéramos este sabor nunca nos saciaríamos y estaríamos siempre hambrientos. Trabajando con ratones hemos descubierto que además de las papilas gustativas existen otras pautas por las cuales el organismo detecta la glucosa y otros azúcares", explica a ELMUNDO.es Margolskee, que añade que "encontrar fuentes nutritivas de azúcares es de vital importancia para los humanos y los animales, por lo que el cuerpo ha desarrollado múltiples mecanismos para dectectarlos".

El problema, según este experto, es que "en los países occidentales ingerimos demasiada comida y muy calórica, por lo que muchas personas están sobrealimentadas".

Para limitar de manera eficiente este consumo excesivo "necesitamos entender mejor cómo nuestro organismo reconoce y metaboliza los azúcares. Para satisfacer nuestra necesidad de azúcar sin excedernos en calorías tenemos que aprender a engañar al organismo, es decir proporcionarle productos que el sistema digestivo identifique como dulce pero que no sean calóricos. Y para lograrlo, debemos activar todos los canales que se usan para detectar los azúcares y engañarlos a todos. Una misión difícil en la que tenemos que seguir investigando".

Como reconocen los autores de la investigación, "el proceso de reconocimiento del sabor dulce y todos los factores implicados en él todavía no se conoce bien".

Fuente: ElMundo.es.