Mundo Salud

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miércoles, mayo 09, 2007

A pesar de las dietas, el cuerpo tiende a recuperar su peso inicial

En estudios con obesos y delgados, se vió que todos tienen un rango de peso.

En 1959, el investigador de la Universidad de Rockefeller, EEUU., Jules Hirsch, sintió curiosidad por estudiar el tema de la pérdida de peso en los obesos. Inició entonces un simple experimento que modificaría para siempre la forma cómo los científicos piensan sobre la grasa.

Hirsch sabía que los obesos tienen grandes células adiposas llenas de resplandeciente grasa amarilla. Lo que se preguntó es qué es lo que ocurre con esas células cuando la gente adelgaza. ¿Reducen su tamaño o desaparecen?

La pregunta parecía muy directa. Hirsch consiguió como voluntarios a 8 personas que eran obesas desde la niñez y que aceptaron vivir durante 8 meses en el hospital de la Universidad Rockefeller mientras los científicos seguían de cerca su dieta, los hacían adelgazar y examinaban qué pasaba con sus células adiposas.

El estudio fue riguroso y exigente. Los voluntarios consumían nada más que 600 calorías diarias. Hirsch logró responder su pregunta original. Las células adiposas de los voluntarios se habían reducido en su tamaño y tenían ahora un volumen normal. Todos, incluido el propio Hirsch, pensaron que los voluntarios abandonarían el hospital más delgados y para siempre. Pero no fue así. Todos recuperaron su peso anterior. Hirsch estaba horrorizado. Tanto él como sus colegas repitieron el experimento una y otra vez. El resultado fue siempre el mismo. Pero como éste era un estudio de investigación, los científicos medían también los cambios metabólicos, las condiciones psicológicas, la temperatura del cuerpo y el pulso. Y ésto los llevó a la sorprendente conclusión de que la gente obesa que había perdido mucho peso parecía no haber sido gorda nunca. Sin embargo, en las mediciones metabólicas, parecían individuos que estaban muriéndose de hambre. Además, los voluntarios contrajeron la llamada "neurosis de la semi hambruna". Soñaban con comida y fantaseaban con ella o con romper la dieta.

Ethan Sims, de la Universidad de Vermont, realizó el experimento contrario. Hizo aumentar de peso a reclusos de una prisión que habían sido siempre delgados. Al concluir el estudio, ninguno tuvo problemas para adelgazar. Meses después, todos habían vuelto a su peso inicial.

Otros estudios realizados con hijos adoptados permiten deducir que la obesidad es un estado que se hereda. De hecho, los científicos llegaron a la conclusión de que el peso es algo que se hereda mucho más que cualquier otro estado. Ello no quiere decir que el ser humano no pueda hacer nada para controlar su peso. Pero significa que aquellos que tienden a ser gordos tendrán que combatir siempre su herencia genética.

Hirsch y sus colegas llegaron también a la conclusión de que cada persona tiene un rango de peso que le resulta cómodo y sobre el cual gravita el cuerpo. Y el hecho de ir por encima o por debajo de ese rango resulta difícil. El cuerpo se resiste aumentando o disminuyendo el apetito y modificando el metabolismo para volver a empujar al peso al rango que desea.

THE NEW YORK TIMES ESPECIAL

Las molestas células grasas

"Estoy de acuerdo con Hirsch. Eso explica por qué en quien adelgaza —al repetir los errores— el adiposito (célula grasa) vuelve a inflarse de triglicéridos y vuelve a la obesidad previa", dijo un especialista en Metabolismo de Lípidos.

Agregó que el crecimiento de la célula grasa se acelera por el factor genético y el comer en forma exagerada. "Hasta hace una década y media creíamos que el tejido adiposo era un sostén que modelaba el cuerpo. Se ha comprobado que es una glándula de secreción interna con una gran actividad metabólica. Ya no se trata igual a este globo que se desinfla y no se destruye. No hay elementos para destruir su caparazón y se infla de nuevo".