¿Sufrimos epidemia de Obesidad o de Dietas?
Es necesario que frente al peso corporal puedan separarse los riesgos médicos reales de lo que pertenece al dominio de la estigmatización.
Al igual que en el caso del tabaco ("Fumar mata", "Fumar es muy perjudicial"), dentro de dos semanas la comida poco saludable sufrirá en Francia un embate de slogans en las campañas publicitarias de determinados productos alimenticios o de bebidas con azúcar.
Se dirá: "Por su salud, evite comer demasiada grasa, sal o azúcar" o "Evite comer entre horas" o, en un estilo positivo, "Practique actividad física de forma regular", "Coma legumbres y por lo menos 5 porciones de verduras y frutas por día".
El peso parece haberse convertido en una verdadera obsesión para los franceses.
Aproximadamente el 70% confía en controlarlo, mientras que se considera que el 30% tiene sobrepeso. Es difícil no escuchar las voces de alarma de los profesionales de la salud, más exactamente desde que la Obesidad adquirió la categoría de primera epidemia no infecciosa por obra y gracia de la Organización Mundial de la Salud.
El tema es bastante más antiguo en los Estados Unidos, donde se utilizaron muchos recursos. ¿Pero los efectos siempre son positivos? En Pensilvania, por ejemplo, hay escuelas que deslizan en los boletines una nota singular: el índice de masa corporal (IMC) de cada alumno, vale decir, su peso (en kilos) dividido por el cuadrado de su altura (en metros), que brinda una evaluación de la masa grasa aproximada, y la consiguiente ubicación del alumno según su grupo de edad y su género (masculino o femenino).
En esa relación entre notas escolares y estadísticas personales, los jóvenes habrían desarrollado un fuerte sentimiento de culpa: la sensación de que la escuela los vigila (¿y castiga?) en relación con sus esfuerzos por mantenerse dentro de una norma social aceptable.
La experiencia nos lleva a reflexionar tanto sobre la culpa que parece generar como acerca de la presión social que revela. En un coloquio que tuvo lugar en la Sorbona, la epidemióloga Marie Choquet proporcionó algunas cifras: a los 18 años la mitad de las chicas están a dieta; el 40% no desayuna (35% entre los varones); el 21% se saltea comidas (18% entre los varones).
La causa sería la mirada del otro, a lo que se suma otra preocupación: "¿Voy a ser deseada/o?"
"Cabe preguntarse por qué en nuestra sociedad de abundancia se utiliza la flacura para afirmar la posición social apoyándose en un discurso médico", se pregunta el especialista en sociología de la alimentación Jean-Paul Poulain.
"En efecto, lo que tenemos ante nosotros no es tanto una epidemia de Obesidad como una epidemia de dieta", agrega. Es necesario impulsar una profunda reflexión por parte de los profesionales del sector a los efectos de separar los riesgos médicos reales de lo que pertenece al dominio de la estigmatización.
Tal vez sea necesario pensar las cosas dos veces antes de permitir que algún día un docente obligue a los alumnos rebeldes (demasiado gordos) a copiar cien veces: "La división de mi peso por el cuadrado de mi altura no será superior a 25".
Fuente: diario Clarín y Le Monde.
Al igual que en el caso del tabaco ("Fumar mata", "Fumar es muy perjudicial"), dentro de dos semanas la comida poco saludable sufrirá en Francia un embate de slogans en las campañas publicitarias de determinados productos alimenticios o de bebidas con azúcar.
Se dirá: "Por su salud, evite comer demasiada grasa, sal o azúcar" o "Evite comer entre horas" o, en un estilo positivo, "Practique actividad física de forma regular", "Coma legumbres y por lo menos 5 porciones de verduras y frutas por día".
El peso parece haberse convertido en una verdadera obsesión para los franceses.
Aproximadamente el 70% confía en controlarlo, mientras que se considera que el 30% tiene sobrepeso. Es difícil no escuchar las voces de alarma de los profesionales de la salud, más exactamente desde que la Obesidad adquirió la categoría de primera epidemia no infecciosa por obra y gracia de la Organización Mundial de la Salud.
El tema es bastante más antiguo en los Estados Unidos, donde se utilizaron muchos recursos. ¿Pero los efectos siempre son positivos? En Pensilvania, por ejemplo, hay escuelas que deslizan en los boletines una nota singular: el índice de masa corporal (IMC) de cada alumno, vale decir, su peso (en kilos) dividido por el cuadrado de su altura (en metros), que brinda una evaluación de la masa grasa aproximada, y la consiguiente ubicación del alumno según su grupo de edad y su género (masculino o femenino).
En esa relación entre notas escolares y estadísticas personales, los jóvenes habrían desarrollado un fuerte sentimiento de culpa: la sensación de que la escuela los vigila (¿y castiga?) en relación con sus esfuerzos por mantenerse dentro de una norma social aceptable.
La experiencia nos lleva a reflexionar tanto sobre la culpa que parece generar como acerca de la presión social que revela. En un coloquio que tuvo lugar en la Sorbona, la epidemióloga Marie Choquet proporcionó algunas cifras: a los 18 años la mitad de las chicas están a dieta; el 40% no desayuna (35% entre los varones); el 21% se saltea comidas (18% entre los varones).
La causa sería la mirada del otro, a lo que se suma otra preocupación: "¿Voy a ser deseada/o?"
"Cabe preguntarse por qué en nuestra sociedad de abundancia se utiliza la flacura para afirmar la posición social apoyándose en un discurso médico", se pregunta el especialista en sociología de la alimentación Jean-Paul Poulain.
"En efecto, lo que tenemos ante nosotros no es tanto una epidemia de Obesidad como una epidemia de dieta", agrega. Es necesario impulsar una profunda reflexión por parte de los profesionales del sector a los efectos de separar los riesgos médicos reales de lo que pertenece al dominio de la estigmatización.
Tal vez sea necesario pensar las cosas dos veces antes de permitir que algún día un docente obligue a los alumnos rebeldes (demasiado gordos) a copiar cien veces: "La división de mi peso por el cuadrado de mi altura no será superior a 25".
Fuente: diario Clarín y Le Monde.
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