Mundo Salud

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jueves, septiembre 22, 2011

La llegada de la primavera cambia el humor

Para los expertos en neurociencias, estas sensaciones tienen su explicación: la luz solar predispone a la mejora anímica. Para la mayoría es la mejor estación del año.

Amor, renacer y juventud. Esas son las primeras abstracciones que aparecen en septiembre, según una encuesta de D´Alessio Irol exclusiva para Clarín.

Para la mayoría es la estación preferida del año y eso se debe a que la llegada del sol dispara un estado contagioso e indisimulable: el buen humor.

“La luz solar tiene un efecto directo sobre el estado de ánimo. De hecho, para la depresión estacional (que ocurre en invierno) uno de los tratamientos es dar luz, dar primavera”, introduce el biólogo Diego Golombek. “Pero a lo biológico hay que sumarle lo social: si hay más horas de sol salimos más y si tenemos mejor humor tenemos más ganas de relacionarnos. Además, usar menos ropa representa un ícono cultural que hace que miremos al otro y nos miremos de un modo diferente”.

Tal es la necesidad del cerebro de recibir luz solar que varios estudios científicos hablan, incluso, de “adicción”. “Se ha demostrado que existen neuronas que se activan frente a la luz, y que muchas se ubican en áreas del cerebro que son críticas para nuestro ánimo. Pero además, cuando se activan, ponen en marcha circuitos del cerebro que incluyen a las áreas del placer y de la recompensa: las mismas que se activan frente al sexo, las drogas, el chocolate y otros estímulos positivos”, describe Ezequiel Gleichgerrcht, investigador en neurociencias cognitivas de INECO. “Para muchos científicos, esto podría explicar que algunas personas desarrollen una adicción a la exposición solar, pues al activar circuitos de recompensa, se perpetúan las conductas”.

Pero las sensaciones placenteras no sólo giran alrededor del sol: también vienen de las flores. “En esta estación aumentan los procesos de olfación”, explica Ignacio Brusco, director del Centro de Neurología de la Conducta y Neuropsiquiatría de la UBA. “Cuando uno huele el perfume de una flor que nos remite a un recuerdo placentero se estimulan diferentes partes del cerebro, como el hipocampo. Allí está la memoria y, al lado, la memoria emocional. Por eso, cuando la olemos, recapturamos información emocional guardada en la memoria”, agrega.

Pero eso de que la primavera eleva el deseo sexual es otro cantar. “No hay evidencia de una asociación directa entre el efecto lumínico y el aumento del deseo sexual”, explica el psiquiatra y sexólogo del Hospital Durand, Adrián Helien. “Lo que sucede parece más el resultado de dos variables: por un lado, del ‘efecto placebo’ del sistema de creencias popular: ese márketing que nos dice que ahora se tiene más sexo. Por otro, del aumento de los estímulos visuales cuando comienzan a exhibirse zonas eróticas del cuerpo”.

Pero sería naïf creer que todo el mundo florece junto con las flores.
“La contracara del placer de esta estación son las "depresiones mayores": las que suelen llevar al suicidio. Aunque aún no sabemos por qué, éstas se acentúan fuertemente en primavera y la angustia es mucho mayor por la mañana”, describe Brusco. ¿Qué habrá sentido en primavera Alfonsina Storni, que se internó en el mar un 25 de octubre? ¿O la poetisa Alejandra Pizarnik, que se suicidó un 25 de septiembre? Es la misma primavera. La de quienes dejan de hibernar y se ponen mágicos, creativos. La de los que no encuentran nada menos inspirador que la alegría. Y la de quienes pueden usarla como la más dulce de las despedidas: como el anónimo que Haroldo Conti citó en un cuento: “ Si no volviese yo, la primavera volverá. Tú florece”.

Fuente: Clarín.com.